Tarta de galletas gordas al estilo tun tun

INGRENDIENTES:

Una caja de galletas Maria “gordas”Importante que las galletas sean lo más gordas posibles, aparte de que cuanto más gordas sean, más galletas ahorraremos porque la tarta tiene un límite de altura, es porque en la receta pone que tienen que ser gordas. Asegurarse de que el nombre está puesto en cada galleta gorda que utilicemos.
Un litro de leche - La mala leche dejarla a un ladod en esta elaboración; la tarta quizás saldría amarga
Un bote de leche condensada grande o en su defecto dos pequeños.

Un tarro de mantequilla de manteca – En caso de estar a dieta por motivos que a nadie incumben y sin que sirva de precedente, se podrá utilizar margarina, importante que sea también de manteca y no de Tulipán.
Chocolate a discreción No viable la utilización de ningún condimento afrodisíaco como por ejemplo la canela ya que se trata de hacer una tarta y no el amor, eso con empeño y tesón ya llegará. Si aún así se persiste en utilizar este condimento, mejor no hacer la tarta. Si en el colmo de la barbaridad se continuase con la tozudez de querer hacerla, nunca jamás utilizar el cuerpo del contrario o la contraria como banco de pruebas.

ELABORACIÓN: 

    Antes de nada habrá que ir debidamente duchada o duchado a la cocina porque la elaboración de esta receta es bastante artesanal y hay que trabajar digitalmente casi todo el tiempo con las manos libres de polvo y paja (con perdón).

    Una vez comprobado que efectivamente todas las galletas que vamos a utilizar tienen el nombre en su cara frontal, procederemos a echar en un recipiente 250c.c. de leche blanca. Hecho esto, la dejamos reposar mismamente encima de la nevera para que no se estrese y quede a temperatura ambiente.

    Seguidamente cogemos otro recipiente aproximadamente de 40cm de diámetro. Este diámetro ya nos indica que tiene que ser un recipiente redondo. Como éste será el recipiente que sirva de base a la tarta, conseguiremos que la tarta nos salga redonda toda ella. Una tarta que saliera cuadrada desmerecería mucho el resultado final.

    Ahora cambiamos y cogemos un cazo para elaborar el chocolate. Para ello, cogemos la escalera que tenemos en la cocina y a ver si es posible que podamos coger de encima de la nevera el recipiente en el cual estaba la leche en reposo absoluto, ya que como no llegábamos antes, tuvimos que dar un saltito y ahora eso ya no es posible porque estamos cansados y no somos capaces de darlo.

    Con tantos cazos y recipientes desparramados por la cocina a ver si la casualidad quisiese que encontrásemos cerillas para encender el fuego. Si tuviésemos vitro cerámica obviar este último comentario.
    ¡Vaya! Pues hemos encontrado las cerillas. Ahora procedemos a encender el fuego sin quemarnos porque arder como la tea no es esencial para la elaboración de la tarta. Ahora con el fuego lo suficientemente caliente, intentamos poner el cazo de antes. Por intentarlo que no quede, pero el caso es que no sabemos dónde está,  se ha ido sin decir ni media.

    Tras este abandono del hogar, desechamos esta opción por huida del interesado y utilizamos el mismo recipiente donde está la leche reposada. Poco a poco y cuchara en mano vamos echando el chocolate en polvo mientras le damos vueltas, vueltas, vueltas y más vueltas, miles de vueltas; si nos mareamos cerrar los ojos y pronto pasará. Importante que no nos quedemos dormidos. Cuando el contenido del recipiente haya cogido por casualidad la consistencia debida, que no sabemos cuál es pues no nos ha dado tiempo a hacer los cálculos aritméticos, lo sacamos del fuego y ahora dejamos el recipiente encima de la lavadora para no tener que coger otra vez la escalera, las agujetas nos lo impedirían.

Vamos a hacer recuento de lo que tenemos.

- Tenemos recipientes y cazos por todos lados
- Tenemos el chocolate preparadito.
- Tenemos un cazo en busca y captura.
- Seguimos teniendo las galletas, la leche condensada y la mantequilla.
- Tenemos leche en otro cazo más familiar que antes, se me olvidó decir que existía.
- Lo que todavía no tenemos es la tarta, pero todo se andará.

Seguimos pues:

    Ahora viene la misión más digitalizada de todas las que haremos. Mojamos cada galleta individualmente en la leche que hay a temperatura ambiente dentro del cazo familiar. Esto se hace para que se ablande y luego no se nos queden trozos de galleta entre los dientes, ¡Oye!, que luego se hace una pasta ahí dentro y ya estamos todo el día dale que te pego con los palillos y el hilo dental.

    Si cada galleta etiquetada mide de diámetro más o menos ocho centímetros, deberemos calcular cuántas galletas mojadas necesitamos para hacer la base de la tarta si el recipiente que la tiene que contener mide 40cm de diámetro. No os asustéis, no es difícil, bastará dividir los 40cm del recipiente por los 8cm de cada galleta; esto daría como resultado cinco galletas.

    Pues nada, colocamos las cinco galletas en la base del recipiente pero con cautela, que no se nos desmenuce entre los dedos. Es obvio que la colocación deberá realizarse ocupando toda la base y no unas encima de otras. Si hiciésemos esto, al final nos quedaría un brazo de gitano de dos kilómetros de altura, cosa no aconsejable pues más o menos al kilómetro de altura seguramente se fracturaría.

    Lo peor ha pasado, ya tenemos nuestra base, base que servirá de apoyo al resto del proyecto. Ahora untamos mantequilla extendiéndola por toda la base. Sin perder tiempo volvemos a mojar otras cinco galletas y las colocamos encima de la mantequilla. No confundirse entre tantas bases e ingredientes. Ahora sin ningún miedo añadimos el chocolate a la 2ª base (esto parece béisbol) y esperamos a ver si se cae algo por algún lado, mientras tanto, y para que la espera no se nos haga larga, volvemos a revisar lo que tenemos, número de bases e ingredientes utilizados, así de paso sabremos cuáles nos quedan.

Revisando lo que tenemos. 

- 1ª Base de galletas y por encima la mantequilla
- 2º Base de galletas y por encima el chocolate

Revisando lo que nos queda.

Pues parece mentira pero sólo nos queda la leche condensada.

    La suerte nos continua agasajando con su presencia y no se nos ha derrumbado la tarta de dos altura que llevamos ya hecha. Sólo nos queda la tercera altura para finalizar esta magnífica receta de repostería.

    La inercia nos lleva a volver a mojar otras cinco galletas y colocarlas en la 3º base. Encima de ésta y muy generosamente vertemos la leche condensada para rápidamente poner cinco galletas encima. Ya da igual remojarlas en leche o no, prima la fluidez, ¡Vaya!, ¡No nos ha dado tiempo!, ¡Qué mala suerte!, la leche condensada ha encontrado refugio encima de nuestros pies y no quiere irse de allí, es igual, no pasa nada, esta receta tiene la virtud de ser flexible.

    Cuando consigamos despegarnos del suelo y visto que lo de la leche condensada ha sido un completo y rotundo fracaso, decidimos echarle a la 3ª base otra vez mantequilla pero ahora con chocolate también, y ya puestos....pues le echamos la canela, por lo menos algo sacaremos de todo este desastre.

    Dada la flexibilidad de esta tarta lo mejor será que quitemos la 3ª base y la dejemos en una escueta tarta de dos bases. Si hay que utilizar una espátula para este fin, la utilizamos, el caso es que por lo menos consigamos que quede algo decente.

    La verdad es que no nos ha quedado muy mal del todo. Prestos y dispuestos la adornamos un poco cogiendo una pinza de la ropa y con el procesador de texto que tengamos hacemos un cartelito con el nombre. Todo esto con la sana intención de que se sepa lo que es. La pinza la clavamos en el centro de la tarta dejando arriba (claro está) el nombre de la tarta para que todos lo vean.

Ahora ya poco más que decir, cada cual que haga con su tartita lo que quiera.

 

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