Cocido de al lado de Madrid

Ingredientes:

Garbanzos de al lado de Madrid: Intentar si podéis que los garbanzos sean lo más cerca posible de Madrid, a lo sumo que no esté a más de ocho o diez kilómetros tomando como referencia la puerta del sol. Yo he comprobado que los garbanzos pierden sabor con la distancia. La cantidad de garbanzos deberá ir en función de los platos que queramos que salgan, a más platos, más garbanzos. Aquí me atrevería a sugerir que no nos pongamos a sacar platos y platos sin ton ni son. Es aconsejable que cada plato tenga su respectivo destinatario o destinataria.Podéis calcular de veinte a veinticinco garbanzos por persona como término medio.
Pollo con timidez: Tener en cuenta que este pollo va de acompañamiento y no es una parte excesivamente importante del cocido. Creo que con medio pollo deberíais tener suficiente. No os preocupéis si algún comensal se siente despollado o despollada (con perdón). Si vierais caras que parecen decir que aquí no hay pollo, suplir su falta añadiendo cinco o seis garbanzos para que se calle.
Tocino sin colesterol
Chorizos parmesanos y morcillas sin repetición
Patatas compungidas.
Olla Express: El tamaño de la olla nos puede traer al fresco pero tener en cuenta que cuanto más escueta sea la olla más comprimido estará todo y nos puede dar un ataque de risa cuando veamos el resultado final
Libro de instrucciones de la olla: Si el que nos venía con la olla está en japonés, chino, alemán o inglés, no perder tiempo en intentar leerlo, dejaros llevar por la intuición.
Botella de vino: La botella no es para la receta, es para nosotros para aprovechar los by pass de espera.

    Previamente a la realización de este sabroso plato, debemos recordar que los garbanzos los tendremos que echar en agua ese mismo día a las cinco de la mañana. Este madrugón cocinero es simplemente con la finalidad de pillarlos cansados y que no se resistan al baño. Los garbanzos, independientemente de su nacionalidad, cuando están lúcidos suelen botar en señal de protesta y es muy jodido luego recogerlos, de todos es sabido la aprensión que los garbanzos le tienen al agua.

    No es necesario mantenernos despiertos esperando a ver qué ocurre. Podemos volver a acostarnos sin ningún tipo de temor hasta las 11.30 h que es cuando comenzaremos a cocinar.

    Lo primero que tenemos que hacer es introducir con destreza el pollo tímido en la olla (el pollo se supone que ya lo hemos comprado arreglado, claro), una vez dentro, echaremos la suficiente cantidad de agua como para que se cueza; posteriormente añadimos dos patatas compungidas (ya peladas) partidas en diez o quince porciones para que más que nada hagan bulto, continuando con el encendido del fuego y posterior cierre de la olla express.

    Una vez hecho esto, debemos darnos prisa en pensar qué vamos a hacer con el tocino sin colesterol, con los chorizos parmesanos, y con las morcillas sin repetición, ya que el pitorro de la olla exprés aproximadamente a la media hora empieza a dar por saco y lo que no hayamos hecho hasta ese momento ya difícilmente lo vamos a poder hacer. La olla es lo que tiene, que cuando avisa, malo, así que nos damos prisita y condimentamos los embutidos variados.

    Podemos dedicarle con vehemencia cinco minutos al tocino, diez minutos a los chorizos parmesanos, otros diez a las morcillas sin repetición, y los últimos cinco nos quedaran libre para posibles contingencias y para echarlo todo a la olla. Hay otra opción pero yo particularmente no la aconsejo, ésta sería no condimentar los embutidos y echarlos a la olla conforme estén, seguramente nos ahorraríamos todo este trasiego pero también es verdad que nos saldría un cocido cabizbajo, tristón, sin vida y sin ilusión por ser comido; es preferible que los condimentemos.

    La condimentación es bastante simple y que se podría resumir en una simple palabra, “perejil”, ¡Sí!, como lo habéis oído, “perejil”, éste es un viejo truquillo de la alta cocina que básicamente lo que trata es de darle a lo que tenemos en la olla un profundo y aromático sabor a perejil. La dificultad en la utilización de este condimento estriba en conseguir que el perejil se quede adosado encima de los embutidos y no se caiga antes de llegar a la olla. Seguro que estaréis pensando…. ¡Vaya!, ¡Pues es verdad!. No os preocupéis que es fácil conseguirlo, simplemente deberemos hacerle una intervención quirúrgica al embutido para adherirle el perejil a su cara posterior. Para este fin utilizaremos sutura de quirófano. No os desesperéis, no pasa nada; la sutura será reabsorbida por el embutido y no quedará rastro de ella, y nosotros habremos conseguido nuestro propósito porque ya sólo quedara rezar para no habernos pasado de tiempo, si no ha sido así y nos ha  sobrado algún minuto, aprovecharemos para echar un chupito de vino.

    Cuando observemos que donde nos encontramos se está llenando de vapor de agua y que nos estamos ahogando, esto será señal inequívoca de que la olla ha dicho aquí estoy yo. Este es un momento trascendental y no exento de peligro ya que tendremos que aflojar la tapa de la olla y no sabemos lo que podrá ocurrir ni lo que nos deparará el destino. Pero ahora no es cuestión de salir huyendo. Con decisión abrimos la olla y observaremos que las patatas siguen igual de compungidas que cuando las dejamos allí y que el pollo ha vencido su timidez y ha ascendido flotando hacia la superficie, eso es buena señal. Ahora es el momento de meter el embutido y los garbanzos que previamente los habremos secado a soplidos allí dentro. Si nos quemamos los dedos no pasa nada, es normal, ahora deberemos esperar quince minutos aunque no sepamos para qué.    

Una vez transcurrido este tiempo que no sabíamos para qué era, nos dirigiremos con cautela hacia la recelosa olla exprés para abrirla y ver lo que ha ocurrido con lo que dejamos a su custodia. Si el pollo aparte de haber vencido la timidez nos ha salido un poco pendón y no está, no os compunjáis que para eso ya están las patatas. Recordad que os dije que el pollo iba de acompañamiento y que no era imprescindible su presencia física, con que esté su esencia sobra. Lo que sí sería triste es que al abrir la olla hubieran desaparecido también los garbanzos de al lado de Madrid, pero eso no os debe ocurrir si habéis seguido paso a paso mis consejos.

    Lo lógico es que esté todo (menos el pollo) listo para servir en los platos. Si queremos quedar bien, antes, yo os aconsejaría ir de tapeo con los comensales y hartarlos de comer y beber porque posiblemente será lo último que podrán comer ese día. Si son pesados y pasan de ir de tapas por si acaso les toca pagar alguna ronda, allá ellos y sus circunstancias, pero entonces no nos quedará mas solución que comer íntimamente o lo que es lo mismo, en las más completa oscuridad para que no puedan ver el contenido de los platos.

    Si encima de pesados están por la labor de joder la marrana, puede que nos salve de la hecatombe cocinera suponer que son tontos; si así lo suponemos, los colocaremos en una posición en la que sus respectivos cuerpos no impidan que a los platos les dé la luz del día y los rayos del sol, aparte de que esto mantendrá la temperatura del cocido en unos cálidos grados, dependiendo de donde nos encontremos, todo quedará de lo más alegre y colorido.

Espero que os salga de rechupete como a mí.     

 

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