Comportamientos humanos - Llamada a teléfono erótico

   Ínclito ciudadano en cuestión, que ojeando un periódico matutino a las once de la noche, se topa accidentalmente con un anuncio que promete satisfacer todas las necesidades sexuales de aquel que opte por realizar una económica llamada telefónica. Este varón, debido a que hace lustros que no se come una rosca ni de coña, decide que por probar no pasa nada, además, en un acto sin precedentes en los anales de la historia, inclusive osa adosarle a su subliminal persona un pseudónimo de los más sexual y llamativo que seguro causará mucha impresión a su interlocutora. “Pichoncito” está hasta las narices de satisfacerse a sí mismo sin mediación femenina

     Imaginémonos el sexual encuentro telefónico de Pichoncito tal que así:

    Pichoncito marca el interminable número, y escucha el habitual ring ring de cualquier llamada telefónica. Tras escuchar el concierto de Aranjuez completito, y de ser informado del coste de la llamada por minuto (para quien se lo crea), una voz en off le contesta.

VOZ TELEFÓNICA – Siiiiiiii, Dígameeeeee.

PICHONCITO - ¡Hola!, ¿Es el teléfono erótico que viene en la página de contactos del periódico matutino que he comprado?

VOZ TELEFÓNICA - Sí, supongo que sí, independientemente del periódico que haya comprado, ¿Qué quería?

PICHONCITO – ¡Pues qué voy a querer! ¿No es eso un teléfono erótico?

VOZ TELEFÓNICA – ¡Claro que lo es!

PICHONCITO - ¿Entonces?.

VOZ TELEFÓNICA – Entonces qué...

PICHONCITO – Pues que si es un teléfono erótico...será porque algo erótico tendré que encontrarme, vamos, digo yo....

VOZ TELEFÓNICA – Pues dice bien, yo no lo he dicho lo contrario.

PICHONCITO – Lleva razón, no me ha dicho lo contrario.

VOZ TELEFÓNICA – Entonces quedamos en que llama para eso.

PICHONCITO – Oiga, que no quedamos Vd. y yo en nada. Llamo por lo del anuncio de la página de contactos.

VOZ TELEFÓNICA – ¿Otra vez?, que ya lo sé, que lo dijo antes.

PICHONCITO – Pues eso, por cierto, ¿No tiene Vd. una voz excesivamente varonil?.

VOZ TELEFÓNICA – Detective Vd. ehhh. No es que la tenga excesivamente varonil, es que soy un hombre.

PICHONCITO – ¡No me joda!, pero yo no quiero hablar con un hombre, a mí me gustan las mujeres.

VOZ TELEFÓNICA – Coño, y a mí. Tranquilo hombre, que supongo que entonces va a ser que quiere hablar con mi mujer.

PICHONCITO - ¿Con su mujer?, ¿Para qué voy a querer yo hablar con su mujer?.

VOZ TELEFÓNICA – Pues no sé, supongo que al llamar es que querrá hablar con ella y no conmigo. Por mi encantado eh, pero es ella quien va a erotizar la llamada.

PICHONCITO - ¡Ahhhh!, vamos, que la cosa queda en familia.

VOZ TELEFÓNICA – Pues sí, esto lo hacemos para sacar un sobresueldo. Hace poco que hemos empezado, de hecho, es la primera llamada, y como no habrá contacto carnal entre Vd. y ella, creo que no me dará un ataque de cuernos. Es que fue idea de ella, y no sé si yo estoy preparado para superarlo.

PICHONCITO - ¡Vaya!, pues que bien (no sé si volver a mis manualidades habituales y colgar)

VOZ TELEFÓNICA - ¿Cómo se llama?

PICHONCITO – ¿Quién? ¿Yo?

VOZ TELEFÓNICA – ¡Claro!, ¿Quién va a ser?

PICHONCITO – Oiga, no quiero ofenderle, pero podría ponerse ya su mujer. No es por nada pero la llamadita y al paso que vamos me va a costar un huevo.

VOZ TELEFÓNICA – ¿Puede esperar un momento?, es que está acabando de darle el pecho al bebé que con tanto amor concebimos.

PICHONCITO - ¡Uy la leche! (yo que pensaba que el pecho me lo iba a dar a mí), ¡Oiga! no tardará mucho ¿Verdad?.

VOZ TELEFÓNICA – No creo, ya se ha levantado y va a acostar a la niña.

PICHONCITO - ¿Cómo se llama?

VOZ TELEFÓNICA – Ofelia.

PICHONCITO – ¿Ofelia se llama Vd.?

VOZ TELEFÓNICA – ¡No hombre!, Ofelia se llama la niña, pero la llamaremos Ofelita hasta que crezca.

PICHONCITO – Oiga, que a mi me importa un huevo cómo se llama la niña, por mí como si quieren llamarla Ofelita hasta que se case, me refería a Vd.

VOZ TELEFÓNICA - ¡Ahhhh!, pues yo me llamo Crispín y no sea tan maleducado ehhhh.

PICHONCITO – (Anda que el nombrecito de éste también), Oiga Crispín, perdone...me he pasado, comprenda que llevamos ya media hora, y lo más erótico que he oído y ha salido de mi boca ha sido lo del huevo. No voy a negar que me está resultando entretenida esta conversación que estamos manteniendo, pero es que pensaba tener otra cosa en la mano aparte del teléfono, y claro, hablando con Vd. me da no sé qué, ¿Podría decirle a su mujer que se ponga ya?.

CRISPÍN – ¡Vaya!, que está Vd. en bolas y a lo loco (no sé si podré soportar esto).

PICHONCITO – Oiga disculpe si le incomodo, pero comprenda que he llamado para eso.

CRISPÍN – Si ya, si le entiendo, pero compréndame Vd. a mí también, es a mi mujer a la que le va a decir guarradas.

PICHONCITO – Oiga, un poco de respeto eh, que la que me tiene que decir guarradas es su mujer a mí, eso ponía en el anuncio.

CRISPÍN – ¿Ah sí?, ¿Eso ponía?. Pues no sé cómo va a resultar porque criada en un colegio de teresianas.....,guarradas, lo que se dice guarradas, no es que haya dicho muchas que yo sepa.

PICHONCITO - ¡Joder!, pues a ver qué hacemos entonces.

CRISPÍN – No me ha dicho su nombre.

PICHONCITO – Estamos pesaditos con el nombre eh, me llamo Roberto.

CRISPÍN – Hola Roberto ¿Qué tal?

ROBERTO – Hola Crispín, pues ya ves...que pasaba por aquí y me he dicho voy a llamar a estos amiguetes (No te jode), bueno qué, viene ya la Gioconda o es que para más INRI Ofelita tiene esta noche insomnio.

CRISPÍN – Pues sí que está tardando, ¿Puedes esperar un momento y voy a ver qué le pasa?.

ROBERTO – Hombre, pues si no queda más remedio....esperaré.

CRISPÍN – Roberto, ¿Sigues ahí?


ROBERTO – Aquí sigo con el teléfono en la mano (que no pondré una peli porno y acabaré ya con este sufrimiento), bueno, ¿Qué ha pasado?.

CRISPÍN – Ya mismo está aquí, es que estaba rezando sus oraciones y pidiéndole perdón a Dios por lo que va a hacer.

ROBERTO - ¡Joder! con la iglesia hemos topado. Crispín, me estáis hundiendo en la miseria ehhh. Me estáis creando un sentimiento de culpa que no creo que pueda superarlo nunca.

CRISPÍN – Lo siento Roberto, se nota que eres buena persona.

ROBERTO – Pero vamos a ver Crispín, si buena persona sí que soy, pero la verdad es que quería desahogarme y no precisamente contigo. Crispín, una preguntilla de nada, ¿Entonces por qué coño habéis puesto el anuncio?

CRISPÍN – Pues si te soy sincero Roberto, no lo sé, una mala idea fruto de la desesperación y la falta de sueldo para acometer el mes, ¡snifff, Snifff,!, perdona Roberto pero es que no puedo contener las lágrimas.

ROBERTO – Crispín, oye, no quiero que pienses que soy insensible a vuestra situación económica, pero podrías decirle a tu mujer que se ponga al aparato y probamos a ver. Quizás no resulte tan catastrófico. Te prometo que no seré grosero con ella. Crispín te parece bien que le diga que me llame Pichoncito.

CRISPÍN – (Crispín rompe a llorar a lágrima viva y no puede contestar).

ROBERTO- ¡Crispin!..¡Crispín!, ¿Qué te pasa hombre?

CRISPÍN – Es que..snifff...snifff...ella me llama así, y ya siempre que me lo diga me recordará todo esto.

ROBERTO – (o sea, que ni Pichoncito ni Dios que lo menea), Bueno Crispín, venga hombre, que me llame como ella quiera.

CRISPÍN – Gracias Roberto, ¿Podría pedirte un favor?.

ROBERTO – Vengaaaaa, ¿Cuál?

CRISPÍN - ¿Podrías evitar practicar el acto masturbatorio sobre ti mismo y tus circunstancias?, es que seguro que es eso lo que vas a hacer a costa de mi mujer ¿no?

ROBERTO - ¿Cómo?

CRISPÍN – Que...qué más te da hombre, que no te la refanfinfles.

ROBERTO - ¡Joder Roberto!, que yo había llamado para eso, si tú no te vas a enterar. Te prometo que no haré un ruidito, además....¡Coño!, que no me ves (Joder, voy a tener que encender la calefacción, me estoy quedando helado)

CRISPÍN – Bueno....pues nada Roberto, que ya está aquí mi mujer. Adiós Roberto, encantado de haberte conocido.

ROBERTO – Venga machote, igualmente y tranquilo que verás como no es tan trágico como tú pensabas (creo). A propósito Crispín, antes de irte dime cómo se llama tu mujer, y ya que hemos cogido confianza, dime también cómo está.

CRISPÍN – Porque hemos cogido confianza eh....que esto no se lo voy diciendo a todo el mundo.

ROBERTO – Crispín, gracias, es que por el anuncio nunca se puede uno fiar.

CRISPÍN – Se llama Jessica y está como un camión de mercancías peligrosas.

ROBERTO – (¡Hostias qué nombre!. Esto se pone bien. Al Crispín éste que le den, no te jode...

JESSICA - ¡Hola Piñoncito!

PICHONCITO - ¿Piñoncito?. Oiga Jessica, que yo no me llamo piñoncito.

JESSICA - ¿Ah no?

PICHONCITO – Pues noooo...

JESSICA – (Se lo habré entendido mal a mi marido) ¿Entonces cómo te llamas?.

PICHONCITO – Pichoncito...no Piñoncito.

JESSICA - ¡Pichoncito! Jajajajaja.

PICHONCITO – ¿De qué te ríes?

JESSICA – Hombre...de qué quieres que me ría, vaya nombre más ridículo.

PICHONCITO – Perdona eh, pero tú llamas así a tu marido y yo no te he dicho nada ni me he reído.

JESSICA – Jajajajaja, bueno, bueno, no te enfades, yo como si quieres que te llame Pichoncete.

PICHONCITO – Como te esté oyendo tu marido....

JESSICA – Que va, se ha ido.

PICHONCITO - ¿Ah sí?, entonces estamos solos, ¡Oye Jessica!, que me da a mí en la nariz que no te tomaste muy en serio eso de las teresianas ¿eh?

JESSICA – Pichoncito, sólo fui a matricularme, pero bueno, vamos a lo que vamos antes de que venga y tenga que ser la pura y casta Jessica de siempre.

PICHONCITO – (Joder con la Jessica), bueno, pues venga jeje, (creo que para ser mi primera vez no va a estar nada mal esto)

JESSICA - ¿Cómo la tienes?

PICHONCITO – (Ostias), Que cómo tengo la qué….

JESSICA – Pues qué va a ser….eso con lo que quieres juguetear. Es para ir haciéndome una idea, pero no me mientas que siempre los hombres os apuntáis algún centímetro que otro de más.

PICHONCITO -  ¡Ahhhhh!, pues....¿Ahora mismo?

JESSICA – Claro, no va a ser mañana, además que supongo que siempre la tendrás igual.

PICHONCITO – No te creas eh, según, a veces coge corpulencia y la cosa cambia mucho, da gusto verla.

JESSICA – Y ahora cómo está de corpulenta.

PICHONCITO – Pues no sé Jessica, regulín regulán, además que vaya preguntita la tuya eh, me pones en un compromiso y me estás violentando, a ti eso de la discreción como que se te quedó como asignatura pendiente cuando te matriculaste.

JESSICA – (Vaya, me tocó el novato) Es la primera vez que llamas a una cosa de estas ¿Verdad?.

PICHONCITO – Pues sí Jessica, y tampoco esperaba una pregunta tan directa, ¿Podríamos dejar ciertos detalles a parte?

JESSICA – Como tú quieras, venga, entonces empecemos.

PICHONCITO – ¿Así en frío? (Joder)

JESSICA – Entonces cómo quieres que lo hagamos....pidiendo audiencia al Obispo de Madrid Alcalá.

PICHONCITO – Tampoco es eso, pero podíamos ir conociéndonos un poco.

JESSICA – Por si se te ha olvidado Pichoncito….estamos hablando por teléfono y eres tú el que paga la llamada, y yo la que cobro por ella eh.

PICHONCITO - ¡Hostias! Es verdad, pues venga comencemos, Jessica, ¿Qué hago?, ¿Me la empiezo a tocar ya?

JESSICA – Como tú quieras Pichoncito mío, yo ya me estoy desnudando.

PICHONCITO - ¿Ah sí?

JESSICA - ¡Siiiiiiiiiii!...!Mmmmmmmm!

PICHONCITO – Jessica ¿Qué te pasa?

JESSICA – Me estás excitando pichoncito mío ¡Mmmmmmmm!

PICHONCITO - ¿Ah sí?..¿Yo?

JESSICA – Siiiiiiiiiiii, tuuuuu ¡Mmmmmmmm!, por cierto, ¿Podrías dejar de decir ya “ah sí” a todo lo que te digo?

PICHONCITO – Vale perdona, pero es que no sabía yo que excitaba así de rápido a las mujeres (esto del teléfono es la leche).

JESSICA – Pichoncito mío ¡Mmmmmmm! me estoy tocando ¡Mmmmmmm!

PICHONCITO – ¿El qué?

JESSICA – ¿Puedes dejar ya de preguntar y centrarte en lo que estamos haciendo?

PICHONCITO - ¡Joder!, es que no me entero y tendré que preguntar ¿no?

JESSICA - ¡Mmmmmmmmm! Qué caliente que estoy Pichoncito ¡Mmmmmmm!

PICHONCITO – ¡Ah sí!, pues qué suerte “hija mía”, yo creo que me estoy empezando a constipar, hace aquí un frío del carajo.

JESSICA - ¡Mmmmmmm! ¡”Papaaaaaaaa”!..¡Mmmmmmmm!

PICHONCITO – (El que faltaba, acaba de llegar su padre y la ha pillado en bragas y a lo loco. Sólo queda ya que venga el espíritu santo. Que casa más concurrida), ¿Ha venido tu padre Jessica?

JESSICA – ¡Nooooo! ¡Mmmmmmm! Tócameeeee ¡Mmmmmmm!, Tócameeeee, siento como tus manos recorren mi piel.

PICHONCITO - ¡Milagro!, Jessica eso es imposible que de aquí no me he movido.

JESSICA - ¡Mmmmmmm! tócate tú pensando en mí ¡Mmmmmmmm!

PICHONCITO – Vale, me tocaré pensando en ti, pero no sé yo ehhhh, no te prometo nada (gemiré yo también a ver qué pasa ) ¡Mm!

JESSICA - ¿Qué ha sido eso?

PICHONCITO - ¿El qué?

JESSICA – Eso que ha sonado como a especie de eructo.

PICHONCITO – Era yo Jessica, es que me he tocado y a la vez he gemido.

JESSICA – Pero vamos a ver, ¿Qué te has tocado?

PICHONCITO – La nariz, es que me ha empezado a picar de repente.

JESSICA – Entonces para qué gimes, bueno, bueno, eres rarito eh. Yo creí que te ibas a tocar otra cosa.

PICHONCITO – Y yo, pero sólo tengo dos manos y en una tengo el teléfono, no puedo hacerlo todo a la vez.

JESSICA – Pichoncito, y por qué no sujetas el teléfono con el hombro y así tendrías las dos manos libres para tocarme y hacerme disfrutar ¡Mmmmmmm!.

PICHONCITO – No puedo Jessica, si ya lo había pensado, pero es que tengo un collarín puesto en el cuello, me lesione jugando al fútbol.

JESSICA – Eres deportista...¡Mmmmm!, cómo me ponen los deportistas con tanto músculo ¡Mmmmmm!

PICHONCITO – Sí, jeje, pero es en plan aficionado eh, no te creas, que no soy nada del otro jueves, me defiendo simplemente.

JESSICA – Pichoncito, puedes hacer el favor de tocarte de una vez tú juguetito y mostrar un poquito más de pasión que, aunque estoy muy ducha en estos temas, no me lo estás poniendo nada fácil. Contigo es imposible ponerse en situación eh. Eres un completo desastre. Nunca me había pasado, y eso que he dado con todo tipo de gente.

PICHONCITO – Pues lo estás arreglando guapa.

JESSICA – No, si ahora seré yo la culpable, ¡Guapo!, que esto es cosa de dos, que aunque no nos veamos podías poner algo de tu parte, para eso has llamado.

PICHONCITO – Vale, Vale, voy a tocarme eh ¡Mm!

JESSICA – Ahora qué….¿Carraspera?.

PICHONCITO – No, gemido.

JESSICA – Pues ten cuidado no te vayas a herniar gimiendo de esa manera.

PICHONCITO – Jessica creo que esto no va a funcionar. El caso es que estaba lanzado pero tu marido me ha cortado el rollo con tanta llantina (si él supiera).

JESSICA – Pues tú dirás entonces qué hacemos.

PICHONCITO – Jessica, creo que va a ser mejor dejarlo, esto no me va, vamos, me refiero al tema éste de la llamada, que lo otro sí que me va aunque sea a solas conmigo mismo.

JESSICA - ¡Oye!, Pichoncito ¿Por qué dices eso de a solas?

PICHONCITO – Jessica, no me llames ya Pichoncito, ¿Para qué?, me llamo Roberto.

JESSICA – Me gusta más tu nombre real, pichoncito no te pegaba.

ROBERTO – Gracias Jessica, es que sabes qué pasa….

JESSICA – No.

ROBERTO – Que soy un auténtico desastre con las mujeres y quise probar con esto para satisfacer mis necesidades.

JESSICA – Roberto, pues a mí no me parece que seas tanto desastre.

ROBERTO – Por aquí es diferente Jessica. No me ves y eso me hace sentirme algo más seguro de mí mismo. Cuando tengo a una mujer enfrente todo cambia y no puedo ni articular palabra.

JESSICA – Roberto, las mujeres no nos comemos a nadie eh.

ROBERTO – Por cierto Jessica, ya no me estás pareciendo tan Mata-Hari.

JESSICA – Roberto, estaba interpretando un papel, es eso lo que queréis los hombres cuando me llamáis.

ROBERTO – ¿Pues no me dijo tu marido que era la primera vez que lo hacías?

JESSICA – Que va, lo que pasa es que me las he tenido que ingeniar para hacerle partícipe de esto, y no tener que estar siempre a escondidas. Se creerá que con su casi inexistente sueldo podemos comer los tres.

ROBERTO – Ya te voy entendiendo.

JESSICA – No sé por qué te cuento esto.

ROBERTO – En fin Jessica, encantado de haberte conocido.

JESSICA – Pero no te vayas así de mal, por qué no me llamas otro día y charlamos, me has caído bien.

ROBERTO – No sé Jessica, no sé si sería buena idea.

JESSICA – Claro que sí, ya verás, espero tu llamada, pero a mi número particular, apúntalo.

ROBERTO – Bueno, quizás algún día te llame. ¡Adiós!

JESSICA – Adiós Roberto.

    Moraleja algo extensa: Como mi intención no es otra que ayudar a la gente con mi docta sabiduría al respecto de todos estos temas, voy a dejar aparte a las mentes realmente calenturientas y morbosas que utilizan estos medios para satisfacer sus más bajos instintos. Son un caso perdido y no merece la pena que pierda ni un solo minuto de mi tiempo en ellos. Saben perfectamente lo que hacen, y lo peor de todo es que ese comportamiento les sigue acompañando fuera de la línea telefónica. Las mujeres para ellos son simples objetos a las que tienen que vejar para sentirse seres superiores.

    Dirán Vds. que las mujeres que están al otro lado del teléfono también deberán tener alguna culpa, llevan razón, claro que la tienen, pero no olvidemos que están ahí porque hay gente que requiere esos servicios, y estoy convencido de que en todo caso si no estuviesen, estos hombres utilizarían otros medios quizás no tan distantes para hacer valer su varonil supremacía, pero quiero centrarme en todos aquellos que son como Roberto.  

    Roberto es una persona muy apocada e insegura de sí misma. Amigos no tiene muchos amigos, y amigas menos, debido a esto todo lo que le ocurre en la vida se lo va guardando para sus adentros, y a veces parece que todo estuviese a punto de explotar. Roberto ha encontrado a alguien que no le importa quién es ni cómo es.

    La segunda vez que llamó a Jessica se encontró con una persona diferente, y que le dio todo su apoyo tratándole con cierto afecto. Efectivamente Roberto llamará en muchas ocasiones más a Jessica. Será su válvula de escape, y entre ellos se creará un amistoso vínculo. Roberto la llamará cada vez que la vida le dé un palo para que le consuele, pero Roberto ha tenido suerte, Jessica independientemente de a lo que se dedica, es una mujer honesta y no va a hacer un mal uso de la dependencia que ha creado en él. Posiblemente nunca se verán y su único nexo de unión será el teléfono.

    Pero quisiera decirle también a todos los “Robertos”, que puede haber otras muchas “Jessicas” a las que les importe un huevo todo, y que sí se aprovecharán de la debilidad del ínclito varón que quiera recurrir a ellas.

    Por eso queridos “Robertos”, mucho cuidado y ojo avizor con lo que hacéis. En vez de gastar vuestras energías en estos temas, dedicarlas a intentar relacionaros con la gente.

    Si necesitáis ayuda acudir a profesionales. No a la de las cinco mil (de las antiguas pesetas) el completo eh. Entablar amistades por los medios naturales. Como dijo Jessica a Roberto....las mujeres no se comen a nadie y es un auténtico placer poder compartir este mundo con ellas. Yo personalmente lo único que me llevaría a una isla desierta sería a una mujer, luego.....¡Dios proveerá!


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