Roscón para después de reyes

Queridos feligreses y fans acérrimos de mis maravillosas recetas sin parangón en los anales de la historia. Estarán pensando que el chef por antonomasia, que soy yo, soy una persona fría, calculadora y sin sentimientos culinarios por no regalar al mundo la forma y manera artesanal de crear de la nada un magnífico y apetitoso Roscón de los Reyes Magos de Oriente (para simplificar, Roscón de Reyes), ¡Qué equivocados que están!, creen que echo en el olvido a sus majestades los reyes y que en estas festivas fechas no les doy la importancia que merecen. Si creen esto siguen estando equivocados lo mismo que antes, ¡Claro que se la doy!, los reyes magos para mí fueron los iconos religiosos ante los cuales me solía arrodillar para rezarles una par de semanas antes de que llegase el día seis de enero. Hasta ese día en el que un indiscreto amigo se fue de la lengua y me hizo maldecir tantas noches de profundo nerviosismo.

    Cuántas y cuántas noches de desvelos e insomnios intentando pillarlos in fraganti colocando los regalos a los pies de mi cama y así poder elegir los que debían dejarme y que no me dejasen lo que a ellos se les antojara.

   Cuántos y cuántos cabreos al despertar y encontrarme con que los regalos ya estaban colocaditos y yo no me había enterado por el simple hecho de haberme quedado dormido casi a las siete de la mañana. Cuántas taquicardias pasadas al comprobar que casi nada de lo que había pedido habían tenido a bien otorgarme. Sobre esto podría decir muchísimas cosas pero no lo haré porque seguro que habrá alguien que diga que lo he plagiado del programa de gomaespuma con su carta a papá Noel incorporada, que siempre estamos intentando pillar en fuera de juego al contrario para darle la del pulpo.

    He recibido innumerables SMS para pedirme ayuda sobre una receta en concreto para estas reales fechas. Parece ser que simplemente leyéndola no les quedaba muy claro y quisieron recurrir a mí para que se la desglosase en factores comunes. A mí me hubiese gustado darles la mía particular que no tiene punto de comparación, pero me debo a ustedes y a la ayuda que me han solicitado.

    Para ello me he tenido que leer la receta y debo reconocer que aunque para mí carece de secretos y está bastante bien explicada, comprendo que para ustedes sea algo complicada de entender, así que olvidando de que dicha receta es en homenaje a tres señores que no hacen nada mas que darnos disgustos, me centraré exclusivamente en ofrecerles la receta del Roscón de reyes y la mejor forma de llevarla a cabo. Debo pedirles paciencia porque aunque aparentemente crean que siguiendo mis indicaciones no vamos a ver el roscón ni en fotos, no se dejen llevar por esta impronta que carece totalmente de bases sólidas y fundadas en las cuales sustentarse.

    He de avisar que el roscón éste de reyes nos va a ser imposible darle vida para su degustación el día seis de enero del año en curso, compréndanlo, ya no queda tiempo para ello porque las fechas pasaron, pero no se preocupen que para todo hay solución en esta vida a excepción de que puedan llegar a comerse algún día este roscón que vamos a elaborar.
  

    Dirán que para qué quieren entonces hacer este roscón si ya han pasado las reales fechas. Es lógico que tengan esta inquietud, pero creo que tampoco hay que ser tan puntillosos. Si han pasado las fechas es porque ustedes no han recurrido antes a mí. De todas formas no pasa nada, qué mejor que volver a reunir a familia y amigos con esta culinaria excusa. Hay que fortalecer lazos que cuando pasa esta festiva época, ya si te he visto no me acuerdo.

    Dicho esto, vamos a lo que vamos. A la receta en sí la llamaremos “Roscón para después de reyes sin fecha determinada”, e ipso facto vamos a pasar a llevarla a efecto. Intentaré ser lo más detallista posible para que no se les escape ningún detalle, soy consciente de su poca habilidad para estos menesteres.

 

INGREDIENTES:

 

• 400 gramos de harina - De esa blanca que venden y que como uno estornude le entra hasta por las orejas.

• 100 gramos de mantequilla - De esa que se utilizó para la película El Último Tango en París. Como la gastaron toda quizás les resulte dificil encontrarla.

• 100 gramos de azúcar - Dejémonos de pijaditas y nada de azúcar glasé, azúcar de la normal de esa que se le echa al café.

• 1 cucharada de levadura  - De trigo, no de cerveza.

• ¼ litro de leche  - A ser posible de vaca adulta, la de las vacas jóvenes agrian un poco y cuesta un huevo sacarla.

• 1 cucharadita de agua de azahar - La venden. No pasemos por la batidora azahar silvestre que encontremos por ahí, seguramente lo que menos sacaremos será agua y sí alguna que otra alergia.

• Corteza de Limón rayado - Deberemos pelar el limón, luego lo rayamos sin saber para qué….y la corteza nos la quedamos.

• Fruta confitada - Calabaza, guindas de san Hermenegildo, naranja, limón.

• Sal - ¡No salgas!, que me estoy refiriendo a sal de sazonar cosas.

• 1 Haba -Estamos generosos.

• Muñequitos de sorpresa - Utilicen esos que salen en los huevos kinder, róbenselos a sus sobrinos, nietos o hijos si es necesario.

• Un tanga femenino color rojo pasión - Ingrediente propio para darle vida al roscón.

• Un slip de cuello alto - Ingrediente propio para quitarle la vida que le habíamos dado antes con el tanga.

• 50€ - Ingrediente propio para que nos salga el roscón gratis.

ELABORACIÓN:

    Lo primero es no sobresaltarse ante el nombre de este dulce navideño. A lo mejor eso de roscón les ha asustado. No se depriman aunque sean alérgicos a los aumentativos que si hacen un rosco un poco grande dará absolutamente lo mismo y les impresionará menos.

    Manos a la obra, preparen cuidadosamente todos los ingredientes en un sitio que se acuerden para cuando haya que echar mano de ellos. Yo les aconsejaría que comprasen un tarrito de plástico por cada ingrediente y que lo etiquetasen con su nombre correspondiente, verán como así todo les vendrá rodado.

    Si han seguido esta pequeña indicación, ahora mismo tendrán toda la cocina llena de tarritos de plástico y habrá algunos que no vean qué nombre tiene porque al tarrito lo han colocado mirando para Burgos. Discúlpenme pero eso ya no es problema mío. Dios nos hizo animales racionales para que razonásemos y no para que nos hinchásemos de cerveza en el bar de la esquina.

    Después de un equis e indeterminado tiempo habrán conseguido que todos las etiquetas de los tarritos de plásticos miren para donde están ustedes, ¡Genial! eso es precisamente lo que pretendíamos.

    Seguidamente procederemos a disolver el sobre de levadura en 4 cucharadas de leche templada. Para conseguir esto, previamente habremos tenido que templar la leche y esto lo conseguiremos poniendo la leche al fuego. Para comprobar el grado de calentamiento del líquido elemento podemos de vez en cuando ir tomando una cucharadita hasta que nos percatemos que nos estamos friendo la garganta. Justo en ese momento y no en otro deberemos de parar la cocción apagando el fuego, si observamos que la leche hace chup chup ni se nos ocurra probarla, esto es señal que nos hemos pasado dos pueblos y nuestro esófago podría arder como la tea.

    Supondré que saben lo que es templar la leche y no habrán tenido que ser ingresados en la unidad de quemados de su hospital más cercano. Si siguen ilesos procedan entonces a disolver la levadura en las cuatro cucharadas de leche. Háganlo de cucharada en cucharada y no de golpe. Recuerden que no son pulpos y no tienen cuatro manos para asir las cuatro cucharas al mismo tiempo.

    Cuando hayan disuelto la levadura añadan 100 gramos de harina. Si no tienen un peso para pesar exactamente la harina, hay un truco muy difundido que consiste en echar la harina en el bolsillo del batín que llevamos puesto. Un bolsillo de batín llenado de harina suele pesar más o menos eso a no ser que tengan ese agujero que todos tenemos y se les escape por ahí. Entiéndaseme que al agujero que me refiero es al del batín y que lo que se nos escapa es la harina. No deben de presionar la harina. Déjenla suelta y cuando se hayan llenado el bolsillo quítense el batín aunque se congelen y viertan el contenido del bolsillo justo en el lugar donde está la levadura disuelta. Si esta levadura ha pasado sin saber cómo, de estado disuelto a estado desparramado por el suelo, no nos valdrá y tendremos que repetir todo el proceso.
    Mezclen ahora hasta conseguir una bola de masa blanda, tampoco hace falta que la bola sea un círculo perfecto y definido porque con que tenga forma algo ovoide les valdrá. Tapen la bola que han hecho con un trapo desinfectado de cocina, a ser posible que sea de esos con dibujitos de frutas que de lo que se trata es de darle vida a la bola y que no se sienta como desplazada ahí tapada.

    Una vez hecho esto la dejamos reposar (que estará estresada) en un lugar también templado. Parece ser que a la bola estresada no le sienta nada bien el frío ambiental. No hace falta que se compliquen mucho la vida en buscar un lugar apropiado, déjenlo mismamente encima de algún sitio donde no se caiga y se espachurre contra el suelo de la cocina que no han fregado desde hace lustros.

    Cuando vean que la bola de masa se mueve sola. Que el trapo ha salido volando despavorido aferrándose asustadamente a la encimera y que además les es imposible convencerlo para que baje de ahí, no crean que han hecho magia o que el trapo con dibujitos de fruta le ha dado tanta vida como para eso, ¡No!, lo que pasa es que al dejar a la bola de masa en estado de reflexión, ésta se relaja y empieza a crecer y crecer sin parar. Ustedes de momento no hagan nada pero cuando crean que más o menos ha crecido ya un poco más del doble del volumen que tenía, tienen que buscarse la vida para que la bola de masa deje de crecer. Teniendo en cuenta que esto de que las bolas dejen de crecer no es una ciencia exacta, pueden intentarlo practicándole un exorcismo para que el ente que está en su interior abandone ese cuerpo, si no, pues siéntense encima o algo, ¡Yo que sé!, ¡Alguna forma debe de haber para que deje de crecer!.

    Ahora en otro recipiente ponemos el resto de la harina. Más o menos y restando la que se nos habrá caído al suelo, nos deberá de quedar alrededor de unos 250 gramos. Una vez depositados sutilmente en el recipiente deberemos hacer un hueco de indefinible forma y tamaño en el centro y entonces añadir los tres huevos, el azúcar, el resto de la leche, el agua de azahar y la cáscara del limón rayado. Imagínense un volcán en erupción....pues como algo así debe de quedarles la harina con los huevos dentro. Si viesen que la cáscara ésta de limón estorba pues quítenla que no vale para nada. Suplan esta carencia cargándose un poco más la capa de ozono y cuando lleguen los invitados echen ambientador que huela a limón, así el rosco ira cogiendo el olor limonero a su amor.

    Por mucho que he leído y releído la receta no he visto por ningún obtuso lado cómo hay que echar los huevos de antes, si batidos, pasados por agua o crudos, yo quizás me decantaría porque sean naturales, tal y como salen de la gallina, límpienlos por si hubiese restos de plumón culero y échenlos. De todas formas siempre podemos decir si alguien se daña con la cáscara el cielo de la boca que era la lanza de algún muñequito sorpresivo.

    Como verán, esto ya va tiendo otra pinta ¿Eh? por lo menos el recipiente del roscón lo tenemos lleno de multitud de cosas.

    Llega el momento en el cual toca amasar toda esa multitud hasta conseguir una masa fina, o sea, que no parezca alquitrán de asfaltar calles. Seguramente tendrán la duda de cómo saber el grado de finura de la masa, es fácil, intenten que esté sueltecita y que casi se deslice sola como si fuese una anaconda. Justamente esto deberá suceder un poco antes de que para poder cogerla necesitemos la aspiradora. Después de esto añadimos la mantequilla y seguimos amasando para después añadir la mezcla de levadura, y aunque no se lo crean y piensen que el mundo les odia, deben de volver a amasar nuevamente hasta que esté todo muy bien mezclado.

    Básicamente, la única finalidad de esta receta es jodernos el día con tanto amasar y amasar. Creo que jamás podremos dejar de amasar visto lo visto.

    Si ya está todo bien mezclado, lo espolvoreamos con harina y mucho salero (para que el espolvoreo nos quede simpático) y lo dejamos reposar con el trapo desinfectado de antes en otro sitio templado que no tengamos ya ocupado durante un par de horitas (como mínimo). Ya de paso reposamos nosotros también que estamos con unas agujetas del copón de tanto amasamiento.

    Tras esas dos horas de angustiosa espera, asistimos impertubables a comprobar que no ha pasado nada. Todo está como lo dejamos porque estamos durmiendo como angelitos. Estamos de cojones en la postura que nos hemos quedado y el tiempo ha pasado a ser algo intrascendente y carente de interés en nuestra vida. Hechos polvo nos hallamos de tanto amase indiscriminado y hemos empezado a odiar a los reyes magos de poniente. A la hora tercera del día de autos nos despertamos. Desconocemos si tenemos brazos pues se balancean a lo largo de nuestro cuerpo como si no tuviesen vida, pero sin remisión hemos de volver de nuevo a amasar, ¡Hartitos ya de amasar estamos! ¡Coño! ni que fuésemos panaderos, todo puede ser que lo que llevamos hecho (que no es mucho) salga volando por el deslunado. Pero seamos pacientes antes de tomar esta drástica decisión que seguramente algo habrá que hacer que no haya que amasar. Sigamos a ver si acabamos pronto.

    Todo lo amasado de antes, lo ponemos sobre papel de cocina encima de la bandeja del horno, lean bien, he dicho encima, si lo pusiesen debajo de la bandeja, todo lo amasado de antes se caería debido a la fuerza de la gravedad.

    Llega el momento “creación divina”. Hemos de darle forma de rosca a lo que sea que tenemos encima de la bandeja con la salvedad que no debemos olvidar que en el centro tiene que haber un agujero ya que si no sería un tarta lo que estaríamos haciendo y no un roscón. A juzgar por lo de roscón, el agujero lo vamos a tener que hacer grandecito porque todo va en consonancia e interrelacionado. Rosquillo es a agujerillo como roscón es a socavón.

    El problema que se nos presenta es bastante obvio y precisamente está en el concepto agujero, ¿Cómo hacer el agujero que deberemos rodear de rosco?. Eso la verdad es que nunca lo hemos hecho y además hay que contar con que nuestra bandeja no es redonda para por lo menos haber podido tomar referencias, nuestra bandeja es rectangular.

    Vamos a proceder de la siguiente manera, quitemos la bola de masa sin forma definida de la bandeja y observemos atentamente a la bandeja rectangular que tenemos. Sentémonos a observarla por unos momentos y pensemos de dónde coño podemos sacar un agujero, ¿Ven dónde?, fíjense bien, ¿no?, pues claro que no, cómo lo van a ver si no está. Feligreses míos, el agujero lo podemos hacer donde queramos porque el cosmos es infinito y de agujeros (aunque sean negros) está bastante bien surtidito. Busquemos algo que ya venga con el agujero incluido y pongámoslo en el medio de la bandeja.

    ¿Pero dónde han estado todo este tiempo hasta conocerme?, hay que ver ¡eh!, todo tengo que decírselo, ¡Venga!, no se depriman y anímense, cualquier cosa nos servirá pues sea lo que sea, sólo deberemos marcar su circunferencia con algo que pinte y veremos cómo dentro de esa marcación estará ese agujero que tanto hemos echado de menos y pocas veces de más.

    ¡Pero inútiles míos!, no se expriman tanto la sesera. Cojan por ejemplo un tazón de esos de desayunar por las mañanas y ya está, venga, pónganlo boca abajo como si hubiese hecho una trastada y estuviese castigado. Ahora pinten sus alrededores y quítenlo después, ¡Ven que fácil!, ya tenemos nuestro agujero dispuesto para ser rodeado de rosco.

    Deben tener mucho cuidado en el primer rodeado sobre el agujero pues de su correcta colocación dependerá la redondez de nuestro rosco. Por nada del mundo invadan el agujero, el agujero es intocable. Una vez rodeado por vez primera déjenlo solidificarse algo. Tampoco lo dejen mucho que luego ya no se va a poder pegar el resto al primer rodeado y vamos a parecer churreros haciendo una rosca de churros. Se trata de que el primer rodeado ya no esté blandongo y que al adherirle el resto sigamos sin haber invadido el agujero de lo huevos.

    Bueno, pues ya está todo preparado. Ya tenemos la masa enroscada sobre el agujero y la pinta que tiene de roscón tengo que decir que da más bien pena.

    Nuestras esperanzas iniciales de haber conseguido algo bonito eran completamente infundadas. Esa cosa pegajosa que vemos encima de la bandeja puede ser todo, pero en lo que nunca podrá llegar a convertirse es en un “roscón para después de reyes sin fecha definida”, pero bueno, ahora no lo podemos ya dejar así y debemos consumar semejante desastre. Para culminar nuestra particular catástrofe culinaria deberemos infiltrar los muñequitos sorpresivos, el haba, el tanga color rojo pasión, el slip de cuello alto y los 50€. Tampoco pongan mucho esmero en el empeño, que total...introdúzcanlo como sea que para nada va a afectar a la horripilante cosa pegajosa que hemos creado con nuestras propias manos, eso sí, es muy importante que todo vaya envuelto en papel albal para evitar chamuscados y alguna explosión que otra.

    No olvidemos que los 50€ son nuestros y nos tiene que tocar a nosotros precisamente, que nunca nos toca nada y ya que este año tampoco nos ha tocado la lotería, menuda inesperada alegría nos vamos a llevar. Será nuestra pedrea particular, además, que luego lo utilizaremos (como nos ha tocado) para bajarnos al bar a dosificarnos alguna mezcla rara con hielo y en vaso de tubo.

    Para que esto ocurra deberemos hacer una pequeña trampilla y hacer una marca en la cosa pastosa para que nos partamos precisamente esa parte. No sé, alguna flecha o algo. Es muy importante no transigir. Los primeros en elegir debemos de ser nosotros que para eso somos los anfitriones, que como se nos adelanten lo mismo nos toca el slip que por una de esas casualidades de la vida también es nuestro. A decir verdad todo es nuestro a excepción del tanga que lo cogimos del tendedero de la vecina.
    Pero qué sería de nuestra cosa pastosa si no la adornásemos con nuestras tiras de frutas confitadas (que ni puñetera idea de qué es eso de confitadas), como es mejor no saber lo que sería de nuestra cosa pastosa, adornémosla para que por lo menos tenga colorido, que por tiras de fruta confitada no quede, ¡Tiras confitadas a mogollón! ¡Viva la fruta confitada!.

    Para dar el toque final al tinglado éste, deberemos introducir al agujero con toda su cosa pastosa pegada a su alrededor en el horno precalentado a una temperatura de 160º y lo dejaremos cocer unos 15 o 20 minutos, o el tiempo que queramos, de todas formas nada va a solucionarnos.....

    A partir de ahora todo lo que ocurra ya es cosa del destino y de la benevolencia divina. Poco ya podremos hacer que no hayamos hecho. No sabemos qué aparecerá cuando abramos la portezuela del horno. Lo mismo sale algún monstruoso ser dispuesto a comernos. Tampoco sabremos si los muñequitos sorpresivos se habrán derretido porque nos quedamos sin papel albal cuando les llegó el turno de ser envueltos. Pero lo peor que puede ocurrirnos es que no nos toquen los 50€, lo del haba carece de importancia que en un año pueden pasar muchas cosas y quién sabe si volveremos a reunirnos los mismos seres humanos.

    No puedo acabar sin hacerles unas cuantas recomendaciones. Cuando cojan su porción de la cosa pastosa pasada por el horno, tengan mucho cuidado al masticar que hay muñecos que son muy duros y nos podemos quedar huérfanos de alguna muela. Igualmente no se traguen el tanga por muy rojo pasión que sea, ni tampoco los slips tengan el cuello como lo tengan, pero lo más importante de todo es que inviten a la vecina dueña del tanga a introducirse en éste que le tiene que quedar que ni te cuento.

 

Safe Creative #0909054370261

Todos los derechos reservados

© 2014 Todos los derechos reservados.

Haz tu página web gratisWebnode