GPS - Global Positioning System

 

 

                                         

 

En la oscuridad de la noche; por una carretera secundaria, solitaria, apenas transitable;  un  coche  de  gama  media,  a  gran  velocidad  sortea  con mucha dificultad todas las irregularidades y obstáculos del asfalto. El conductor no tiene ningún control sobre el vehículo. El pedal del frento no responde, y el pedal del acelerador está a fondo como si alguien estuviese pisando y quisiese sacarlo por los bajos del vehículo. Es una fuerza invisible ante la que nada puede hacer. No es algo tanguible a lo que pueda plantarle cara. Lo único que le resta posiblemente sea rezar a ese Dios que tan olvidado ha tenido durante toda su vida.

Su acompañante está aterrada porque sabe a ciencia cierta que el final se acerca estrepitosamente. Están descendiendo un puerto de montaña y cada vez las curvas son más sinuosas, estrechas, y el coche va cada vez más y más rápido. Resultará imposible poder sortearlas a la velocidad que van.

El pánico se apodera de ella; puede oír y sentir perfectamente cómo el corazón late desbocado en su pecho como si fuese a estallar, y cómo su respiración se torna incontrolable haciéndola entrar en un estado insoportable de ansiedad.

La acompañante mira al conductor y le ve también completamente aterrado, y aunque los motivos parecen bastantes obvios ─ son fallos mecánicos ─ difieren mucho de ello porque el conductor bien sabe que eso no es; él como conductor puede sentir cómo ese algo o ese alguien tiene el control del coche sin que él pueda hacer nada por evitarlo. Él sabe quién es. El sabe qué es, y él sabe que no tienen salvación.

¿Cómo han ido a parar ahí?. Todo comienza una navidad en una ciudad cualquiera. Alicia y Javier han planificado un viaje en estas fechas. Quieren pasar la mayor parte de sus vacaciones en Asturias para poder salir de la monotonía en la que viven, y evadirse un poco de la rutina de la gran ciudad donde debido a sus respectivos empleos, apenas pueden verse. Su relación no pasa por sus mejores momentos debido a esto, y están muy ilusionados con el proyecto vacacional que tienen entre manos. Para ello han preferido que estas vacaciones sean lo más sorpresivas posibles, es decir, nada tienen programado a excepción de que han alquilado una casa rural por las inmediaciones de Ribadesella, que posiblemente utilicen únicamente para pasar las noches y desayunar.

Saben que van a ser unas vacaciones donde se va a hacer necesario utilizar constantemente el vehículo si lo que pretenden es conocer de aquella tierra lo más posible en no mucho tiempo.

Amigos de ambos que sí han estado allí. Les han hablado de todo aquello y les han dado todo tipo de detalles sobre las poblaciones que ver, y parajes imprescindibles que no deben dejar de visitar. Pero por muchos detalles que les dan, ellos nunca han estado y piensan que por qué no comprar un GPS de los que tanto han oído hablar. Acaban de sacarlos a la venta y están en pleno auge; se están vendiendo como rosquillas, además, van a estar una semana de viaje y quieren ir sobre seguro y no estar perdiendo el tiempo preguntando por tal o cual lugar, o lo peor de todo…estar perdiéndose continuamente.

Javier va a comprarlo solo aprovechando que Alicia ese día no puede acompañarle. Quiere darle una sorpresa y se dirige a un centro comercial donde asiduamente van a efectuar sus compras. A ambos les inspira el lugar la suficiente confianza porque no es la primera vez que compran allí, y hasta el momento no tienen queja, todo lo contrario, todos los electrodomésticos que han adquirido en ese lugar han funcionado perfectamente y no han tenido la más mínima incidencia. Además, la post venta suele resultar de lo más efectiva.

Siendo inexperto en estas lides, no tiene muy claro qué marca de GPS comprar, ni qué características debe de tener; no entiende mucho sobre el tema pero lo que sí quiere es que le resulte lo más económico posible porque la pareja en esos momentos no nada precisamente en la abundancia.

Javier se dirige a la sección donde se encuentran los citados navegadores, y mira y remira cada uno hasta la saciedad. Todos, para sus posibilidades económicas, le parecen excesivamente costosos; mejor será que vuelva otro día con Alicia  y ya  decidirán entonces si lo compran o no. Pero justo cuando está llegando a la salida, observa un anuncio muy llamativo en el cual lee que hay una oferta espectacular en un modelo de GPS, en concreto, “Rapid Navigator”. Se dirige al lugar y tan sólo queda uno, ¡El último!.

Piensa que lo mismo esta oferta pueda colmar sus aspiraciones. ¡Qué casualidad haberle dado por mirar hacia allí. Como neófito en la materia, coge la caja y la observa, los distintos gráficos que están impresos en ella le atraen. Inmediatamente después, se dirige hacia donde se encuentra un dependiente y le pregunta qué tal es ese GPS que resulta tan económico. El dependiente le dice que ha vendido muchos, de hecho, sólo queda el que él tiene en las manos y, que teniendo en cuenta la relación calidad precio, la calidad del navegador es bastante aceptable. También le deja constancia de que nadie ha ido a poner ningún tipo de reclamación o a devolverlo dentro del periodo prescrito, por lo que es de suponer que los que lo compraron antes que él han quedado satisfechos.

No se lo piensa más, el dependiente le ha convencido y decide comprar esa marca previa básica y breve explicación de su funcionamiento por parte del empleado.

Está deseando llegar a casa para enseñárselo a su mujer y probarlo lo antes posible porque de oídas sabe que en ocasiones, estos, en vez de ayudar en la ruta, hacen precisamente todo lo contrario, confunden al usuario dependiendo que los mapas estén más o menos actualizados. Pero él supone que el suyo al ser nuevo debe tener la última actualización, o por lo menos eso le ha dejado claro la persona que le aconsejo que lo comprase.

Eufórico por la compra realizada, llega a casa y lo desembala. Lo pone en funcionamiento y, ciertamente, sus gráficos en 3D están bastante bien conseguidos.

Siguiendo  las  instrucciones  del  manual,  comienza  a  configurarlo  a  su  gusto. Configura que le lleve por el camino más rápido; que evite las autopistas y peajes; vamos, lo típico y susceptible de ser configurado para la ruta. Trasteando, tocando por aquí y tocando por allá, Javier llega a una pantalla en la cual puede seleccionar la voz que quiere que le vaya informando e indicando las posibles rutas o recorridos. Ve que están voces masculinas como la de Pedro, Marcos, o Sergio, Pero como es normal, quiere que sea una voz femenina la que hable y vaya dirigiéndole.

De todas las que escucha, la que más le atrae es la de una tal Patricia. Sin saber por qué, mientras la escucha, en su mente va tomando forma la imagen de la mujer de la que emerge la voz; una mujer que no conoce conscientemente y que nunca ha visto, pero que en su fuero interno cree sentir un sentimiento muy fuerte que lo ata a ella.

Él está esperando ansioso que llegue Alicia. Previamente ha dejado el GPS en el coche. Su mujer llega y sin mediar palabra la coge de la mano y se van al garaje, subiéndose al vehículo. Ella le pregunta qué es lo que pasa, y él le responde que por fin ha comprado el GPS y que van a probarlo. Tras colocarlo en el parabrisas, eligen una ruta que ellos realizan muy habitualmente y que se la conocen como la palma de la mano, empezando el navegador a dirigirles por el recorrido, ¡Pero algo ocurre! ¡El sonido, la voz que emite el GPS no es la que él había seleccionado!.

Lo revisa, y como voz, sigue marcada de casilla del nombre de Patricia. No lo entiende pero tampoco le da mucha más trascendencia. El navegador les lleva perfectamente al destino que habían prefijado. Tanto los gráficos, como la voz, les han conducido correctamente y sin el más mínimo error. Confirman que la compra que han hecho ha sido excepcional y con un coste económico muy asequible.

Los  días  pasan,  y  el  GPS  por  mucho  que  lo  utilizan  sigue  funcionando  a  la perfección, va de lujo. Tanto es así, que incluso creen que a veces piensa por él mismo y no es esclavo de las señales que son enviadas por los satélites disponibles.

El día tan esperado del viaje por fin ha llegado. Muy temprano, antes incluso de que amanezca, la pareja se pone en marcha rumbo a Asturias encomendando el éxito del desplazamiento a la perfección hecha máquina, su GPS. El viaje, cuando lo finalizan, se les ha hecho algo pesado. Han sido casi ocho horas de viaje. Han tenido que parar en varias ocasiones para que él descansase porque Alicia aunque esta en posesión de carné de conducir, nunca ha querido hacerlo por un incidente que le ocurrió justamente al día siguiente de aprobar el examen y que la bloquea cada vez que accede al asiento del conductor.

Menos mal que el navegador les ha sacado de todos los atolladeros, porque si no, es casi  seguro  que  el  trayecto  de  ida  se  les  hubiese  hecho  eterno.  Conforme  van acercándose a la casa rural que han alquilado, situada en un paraje casi salvaje, pueden darse cuenta de la preciosidad de todo lo que ven. Verdaderamente sus amigos no les habían engañado. Aquello parece otro mundo y qué lejos queda su ciudad donde sólo pueden ver edificios y estar continuamente expuestos al alto grado de contaminación proveniente de todas esas fábricas situadas en los polígonos industriales de las afueras, y del monóxido de carbono del tráfico rodado.

¡Tienen que bajarse del coche! ¡Qué paz! ¡Qué sensación tan sublime respirar aquel aire de montaña!, mientras, pueden ver y oír a no mucha distancia, a ese ganado que pulula libremente por aquellos prados  y que para los  cuales  pasan  completamente inadvertidos como si algún pintor impresionista les hubiera dibujado y hubiesen estado presentes desde el primer momento en aquel hipotético lienzo.

Pero deben de continuar y llegar a la casa rural cuanto antes. Está anocheciendo y los propietarios deben estar algo intranquilos esperándoles.  Conforme van llegando, casi cuando el camino está acabándose, observan como unas personas les hacen señales para que giren a la derecha y se desvíen. ¡Por fin han llegado!. La feliz pareja se baja del coche y saludan efusivamente a aquellas personas, dirigiéndose a continuación a ver la casa. Les parece de ensueño, inclusive más de como se la habían imaginado tras haber visto algunas fotografías por Internet. Y las vistas que ven a través de la ventana de su habitación... ¿Qué decir de esas vistas?, les ha dejado sin palabras. Seguidamente los propietarios les ponen en antecedentes de las condiciones de lo que habían contratado, y con las que, por supuesto, están completamente de acuerdo.

Una vez  instalados  bajan al  comedor a  cenar;  están  hambrientos. La  cena  está deliciosa, y cuando acaban, acceden al exterior provistos de unas hamacas que colocan al lado de un hórreo, que bien podía ser considerado como monumento en señal del descubrimiento por su parte de aquellas tierras tan espectaculares.

Pocas veces a Javier un cigarro le ha sentado tan divinamente mientras a pequeños sorbos va viéndole el final a aquella taza de café, tocado ligeramente con algunas gotas de coñac. Inenarrable lo bien que se encontraban los dos. Se abrazaron como si fuese la primera vez que lo hacían. No hablaron apenas, sólo se limitaban a suspirar mientras las cigarras y los grillos les daban todo un recital de cánticos que les hizo descender de ese cielo en el que parecían encontrarse.

Al día siguiente comienzan el periplo coche en mano e ilusión por bandera, que no dejan hasta el día en que las vacaciones tocan a su fin. Han sido siete días intensísimos. Han visitado lo que no está en los escritos y, kilómetros, han hecho para dar y regalar.

Desde los Lagos de Covadonga hasta el Cabo de Peñas, o desde Ribadesella hasta casi Santander, lo han visto todo. Están muy cansados pero ha merecido la pena. Ha sido un viaje que nunca podrán olvidar y, una cosa muy importante, con la inestimable ayuda de su navegador que les ha sido fiel durante todos esos días y tantos kilómetros recorridos. Ni un error. Ni una equivocación. ¡¡¡Maravilloso!!!.

De vuelta a la rutina de siempre... quimérica laxitud. Javier se levanta muy temprano para ir a trabajar; se sube al coche y por qué no, aunque se conoce perfectamente el camino, decide acoplar nuevamente el GPS al parabrisas. Es el primer día que lo utiliza encontrándose solo en el vehículo. ¡Entonces vuelve a ocurrir!. La voz del GPS cambia a esa voz tan cálida que él había elegido la primera vez y que hasta ese momento no había vuelto a escuchar y, al día siguiente, más de lo mismo, la voz vuelve a ser la elegida; no ha cambiado y, lo más extraño, es que parece ser que él sólo escucha porque las veces en las que a Javier le acompaña su mujer Alicia, o alguien, la voz no es la misma. ¿Estaré volviéndome loco? ─ se preguntaba Javier irónicamente ─. Nadie le creía cuando lo contaba, incluso su mujer, lo achacaba a su desbordante imaginación.

¡Pero algo está cambiando en la vida de Javier!. Cuanto más utiliza el GPS, más y más se está enganchando a él, hasta tal punto que ya no es el mismo. No puede dormir bien porque apenas cierra los ojos, entra en las agónicas garras de una espeluznante pesadilla que se repite constantemente sin darle la más mínima tregua.

Esta pesadilla siempre le lleva algunos siglos atrás, concretamente a la edad media, y a una mujer muy joven y hermosa. Una mujer sin nombre. Una mujer sin rostro. Lo único que sí ve es cómo esta mujer es quemada por el fuego de una hoguera tras haber sido acusada de brujería por la Santa Inquisición. Una visión terrible porque por mucho que intenta escapar de ese sueño, le es imposible. Casi en palco VIP debe observar cada noche tan terrible escena que siempre finaliza con la mirada de aquella mujer, entre las llamas, mirándole fijamente.

Javier despierta todas las mañanas con palpitaciones, sobresaltado, y completamente empapado en un sudor frío. Le es casi imposible imaginar cómo poder soportar otro día con esa sensación que le ahoga, que no puede olvidar, y que tanto condiciona su vida en la vigilia. Con esa mirada que no es capaz de borrar de su mente.

A Alicia, estas pesadillas tan recurrentes de su marido, y que le cuenta, empiezan a preocuparla y no porque sean pesadillas, todos tenemos, sino porque es palpable que a Javier le afectan más de lo debido hasta hacer que incluso su salud quede resentida.

>>A parte de no poder dormir, a veces por imposibilidad, y la mayoría porque no quería hacerlo sabiendo lo que le esperaba, Javier había perdido completamente el apetito y daba claras muestras de estar muy débil.

Aunque no muy dado a acudir a consulta médica, Javier sigue el consejo de su mujer y accede a ir. Le hacen pruebas y más pruebas de todo tipo pero éstas no acaban de aclarar por qué se encuentra así. Todos los valores de las distintas analíticas realizadas no muestran nada anómalo, y lo típico…recetas de unos ansiolíticos para relajarle y pueda conciliar el sueño, algún jarabe para recuperar el apetito, y algún tiempo de baja laboral  porque  en  esas  condiciones  no  puede  rendir  y no  está  en  las  condiciones aconsejables para ir a trabajar.

Su vida había cambiado de forma radical. Entre él y el GPS se había creado un vínculo fuera de lo común y completamente contra natura, hasta tal punto, que nunca más volvió a llamar al navegador de una forma tan impersonal, pasando a llamarle por el nombre de “la voz”, “Patricia”. Siempre ya lo llamaría así.

Javier trataba a “Patricia” como si en verdad en el interior de aquel aparato hubiese una encantadora mujer a forma y manera de esa imagen que la imaginación de él modeló a su antojo. Le contaba todo lo que le pasaba, tanto lo bueno como lo malo, quizás con la esperanza de que algún día le respondiese; ¡Pero qué locura pensar eso!

Y locura dejó de ser el día que ese hecho ocurrió “posiblemente” fruto de su imaginación, pero lo cierto y verdad es que “Patricia” comenzó a conversar también con él como si los dos realmente estuviesen compartiendo juntos un espacio físico donde lo real es algo inexistente, y tan sólo primase el deseo de él de crear una nueva realidad en el que ella tuviese cabida.

“Patricia” pasó a ser su confidente. Poco a poco fue dejando de lado a su verdadera mujer que cada vez veía con más claridad como Javier se iba alejando más y más de ella. No sabía por qué, pero no parecía el compañero y amante que hasta ese momento había sido. ¡Era distinto!. La mayor parte del tiempo que pasaba en casa, permanecía en silencio.  Momentos  de  lucidez  que  de  repente  se  transformaban  en  momentos  de abstracción  donde  se encerraba  en  sí  mismo  y  sus  pensamientos,  que  no  quería compartir. Y lo más curioso de todo, es que Alicia descubrió que esos momentos en los que su marido era ajeno al mundo que le rodeaba, coincidían justamente cuando estaba cerca de aquel maldito GPS. Incluso le parecía que aquella máquina, porque no dejaba de  ser  eso,  una  máquina,  hablase  con  él;  pero  claro,  esta  impresión  enseguida desaparecía porque…¡Eso no podía ser! ¿Cómo iba  a hablar con un GPS!. Alicia recordó entonces cuando él le comentaba aquello de que la voz del GPS cambiaba cuando estaba a solas con él, y aunque aún no lo supiera, “qué equivocada estaba cuando lo achacó a la desbordante imaginación de su marido”.

Desde que adquirieron el GPS, ellos no habían mantenido ningún tipo de relación sexual. Ella echaba eso mucho en falta y, una noche que le pareció que su marido estaba quizás algo más tranquilo que otros días y parecía encontrarse dormido plácidamente, comenzó a acariciarle y hacerle carantoñas como otras muchas veces había hecho. Éste despertó y muy acaramelado comenzó a acariciar también a su mujer. De repente, aquella habitación se empezó a iluminar con una luz como si de un segundo a otro la noche  hubiese  dado  paso  al  día.  ¡La  cama  comenzó  a  moverse!¡Las  luces  de  la habitación comenzaron a encenderse y apagarse continuamente!, y la ventana de la habitación obró de la misma manera, abriéndose y cerrándose constantemente, hasta que en un último envite los cristales se fracturaron y rompieron, yendo a parar muchos de ellos hacia donde ellos se encontraban; por suerte, ninguno les ocasiono heridas graves, algún rasguño sin importancia.

Un torrente de adrenalina recorrió el cuerpo de los dos. Aterrado él, se incorporó de la cama y, con mucho miedo, se acercó a la ventana para intentar averiguar de dónde provenía aquel resplandor tan fulgurante, y qué es lo que podía haber causado los compulsivos movimientos de la cama, y la rotura del cristal de la ventana. En algún momento pensó que todo podía ser causado por los efectos de algún terremoto, y si era así, el nivel que debió alcanzar en la escala de “Righter” debía haber sido muy elevado.

Cuando se asomó por la ventana, esperaba ver en las calles próximas a su casa los fatales efectos del posible terremoto, pero comprobó que el barrio permanecía aparentemente en una normalidad absoluta. Los mismos coches de siempre aparcados en los mismos lugares; los empleados del ayuntamiento retirando la basura; la patrulla de la policía dando sus rondas habituales. Nada fuera de lo habitual a excepción de que aquella intensa luz procedía de su garaje, y aquello no tenía sentido porque aun cuando por olvido se hubiese dejado encendida la luz, jamás podría haber alcanzado semejante intensidad.

Como pudieron, teniendo en cuenta lo nerviosos que estaban, se pusieron alguna ropa para tapar su desnudez y bajaron al garaje para comprobar in situ qué era lo que pasaba.

Cuando  abrieron  la  puerta,  vieron  sorprendidos  cómo  la  intensa  luz  que,  casi iluminaba todo el barrio y anulaba completamente el alumbrado exterior, procedía del GPS que se había quedado olvidado en el soporte que estaba anclado al parabrisas; ¡Se había  encendido  solo!.  Javier  abrió  el  coche y  entró.  Inmediatamente  el  GPS  fue dejando de brillar poco a poco hasta llegar a que su luz se difuminase completamente hasta apagarse. No dejaba de ser curioso que todo lo que ocurrió en su habitación, afín a toda esa intensísima iluminación procedente del garaje, hubiese ocurrido justo cuando él  pretendía tener relaciones sexuales con su mujer, y que se apagase cuando se encontraba junto a “Patricia”.

¡Ahora no había ninguna duda!. Alicia fue privilegiada espectadora de estos hechos y estaba completamente desarbolada por los acontecimientos que acababa de presenciar.

¡No podía dejar de temblar!¡No podía articular palabra! y lo único que quería es que su marido la abrazase y saliesen de allí cuanto antes.

Esa noche ya no podían pasarla en aquella casa y buscaron un hotel que no quedaba muy distante de su domicilio. Por suerte para ellos quedaban habitaciones vacías, y por suerte también, conocían al gerente del hotel con el cual quedaron de acuerdo para que a la mañana siguiente, a primera hora, pasarían a sufragar los gastos de haber pasado allí la noche.

A Media noche, y tras infructuosos intentos de alcanzar un sueño profundo que les alejase de la realidad que acababan de vivir, tan sólo pudieron conseguir quedarse ligeramente adormecidos. A las tres de la madrugada, la destellante luz de un relámpago precedido de un ensordecedor trueno, les arrancó de esa ligera somnolencia en la que se encontraban sumidos. Parecía ser una tormenta eléctrica por la gran cantidad de rayos que se veían en el cielo, y que a veces parecían querer entrar en su habitación.

Momentos después, empezaron a escuchar las sirenas de la policía. ¿Qué es lo que pasaba otra vez?. Se incorporaron de la cama y vieron a través de una de las ventanas que tres patrullas de los GOES estaban justamente en las inmediaciones de su domicilio. Pero eso no era todo porque procedente de su casa que, aparte de que frenéticamente las luces se encendían y apagaban; se escuchaban gritos y lamentos desgarradores que bien podrían proceder de lo más profundo del infierno, porque esos gritos, ciertamente, les ponían a uno los pelos de punta.

Los agentes de Policía nada podían hacer al respecto. Para lo que pasaba allí no habían sido ni entrenados, ni nunca se habían enfrentado a algo así. Lo que hubiese allí y que era capaz de producir tan desgarradores lamentos no podía ser humano, o por lo menos, nada humano que ellos conociesen. Aún así, intentaron en no pocas ocasiones acceder  al  interior  incluso  en  compañía  de  bomberos  que  también  habían  sido requeridos; pero siempre se encontraban con una fuerza descomunal e invisible que los lanzaba de espaldas contra los coches patrulla hiriendo a algunos de ellos. Nada podían hacer sino esperar que aquello pasara y que nadie resultase herido de toda aquel gentío que atónito permanecía allí in situ viendo lo que estaba ocurriendo.

Inesperadamente, de golpe y porrazo, todos aquellos fenómenos extraños pararon como si nunca hubiese existido, y en su lugar quedó un silencio gélido que asustaba y que se clavó hasta la entrañas de todos los que allí se encontraban.

Los agentes, cuando se repusieron de la tenebrosa experiencia, preguntaron por los propietarios del domicilio. Javier y Alicia, momentos antes, se habían personado en el lugar y se dirigieron a los agentes que les habían requerido. Ellos poco podían argumentar ni decirles al respecto de lo que allí había ocurrido. Los agentes, cuando consideraron que ya todo estaba controlado, si eso se podía controlar, acordonaron la zona y dejaron un coche patrulla por si aquellos fenómenos volvían. El resto de la dotación continúo con esa noche que seguramente nunca olvidarían. El atestado en el cual reflejarían todo lo ocurrido hubiese sido digno de ver.

A la mañana siguiente, cuando Javier y Alicia se dirigían hacia su domicilio, se encontraron en la puerta con técnicos del ayuntamiento los cuales portaban distintos aparatos para hacer diversos tipos de mediciones quizás pensando que por el subsuelo de la casa pasase alguna falla,  o hubiese por la razón que fuese, algún enorme campo electromagnético como consecuencia de la tormenta eléctrica, que fuese la posible causa de lo ocurrido. Eso parecía poco probable, casi imposible, pero era por buscarle alguna explicación lógica y no dejarse llevar por otro tipo de “teorías menos ortodoxas”.

Alicia y Javier nunca habían creído en nada que tuviera que ver con esas “teorías menos ortodoxas”, pero todo lo que habían vivido les hizo replantearse muy seriamente la cuestión. Demasiadas cosas tan extrañas y espeluznantes no podían ser por causas naturales: Difícil les era intentar digerirlos; un GPS que tiene completamente idiotizado a Javier y que cambia la voz a voluntad;  todos esos momentos que Javier parece estar más en el limbo de los sueños que en esta vida y, por supuesto, sus habituales y aterradoras pesadillas; pero lo que se llevaba la palma es lo que había ocurrido la noche anterior.

Debían buscar alguna solución y no les quedaba más remedio que acudir a algún entendido en sucesos paranormales. Buscaron y buscaron a alguien que les pudiese ayudar mandando diversas misivas contando su problema a algunas “asociaciones” que estudiaban estos temas. La contestación parecía no llegar, y los sucesos, aunque de menos envergadura, siguen ocurriéndoles; pero no pueden irse de la casa, no disponen de los medios económicos necesarios para hacerlo.

Un día, y parece impensable que pudieran plantearse hacer eso, Alicia recuerda una película de esas de terror que tantas veces habían visto y en la cual, una familia, a las que les ocurre más o menos lo mismo que a ellos, recurren a la ayuda de un sacerdote para que bendiga la casa  y destierre a las malignas presencias. Javier incluso con simplemente pensarlo se ruboriza; ¡Cómo iba a suponer que algún día, él, que nunca estuvo muy apegado a nada que tuviese que ver con la religión, iba a recurrir a ella!.

Pero no veían ninguna otra opción posible. Así que fueron a la iglesia y solicitaron la atención de uno de los sacerdotes, el primero que vieron, para contarle el gran problema que tenían.

El sacerdote, por supuesto, ya estaba en antecedentes porque lo ocurrido había sido la comidilla del  barrio, aparte de  haber salido en  las  noticias del  canal local  de  TV seguramente buscando audiencia; también había sido escuchado en la radio; e incluso en algunos de los periódicos gratuitos. Para los de tirada nacional se puede suponer que esos hechos no eran considerados noticiables por increíbles.

El caso es que el sacerdote les estuvo escuchando con toda la atención debida hasta que llegó el momento en el que le pidieron que fuera a bendecir la casa. El “emisario de Dios” nunca había pasado por un experiencia igual y quedó callado, momentos después, y cuando digirió lo que le acababan de pedir, únicamente les respondió que volvieran al día  siguiente. Debía meditarlo  y consultarlo con sus altas  esferas eclesiásticas. Su petición de auxilio no era nada habitual y por él mismo no les podía confirmar nada.

El sacerdote comentó con el resto de “compañeros” la solicitud que le habían hecho. A ninguno le había pasado una cosa igual y no supieron muy bien qué decirle. Tampoco encontró respuesta negativa cuando lo consultó con el obispado. Simplemente, que qué podía pasar por atender la petición. Lo mismo si iba y bendecía la casa, esto, podría surtir un cierto efecto placebo y aquella pareja dejaba de ver cosas raras, muchas, quizás producto de su imaginación o estado sumo de sugestión.

Como habían quedado, Javier y Alicia fueron muy temprano para recibir la contestación que fue afirmativa. Por la tarde, el sacerdote, iría a bendecir la casa.

Aunque el cura se dirigió a la casa muy tranquilo a la hora señalada, esto no quita para que conforme se iba acercando y, quizás también rememorando escenas de alguna película, concretamente en este caso “Terror en Amitville”, le abordase cierta dosis de ansiedad y resquemor. ¡Anda que si pasaba algo por mínimo que fuese!…píes para que os quiero…se repetía a sí mismo.

Llegó al quicio de la puerta y pulsó el timbre saliendo a recibirle Javier. Ambos accedieron al interior, y el cura se dispuso a preparar todo lo que consideraba necesario para realizar la bendición de la casa. Se quitó una chaqueta que llevaba y colocó sobre sus hombros la Estola. Sacó de una pequeña bolsa que llevaba un recipiente con agua bendita, o bendecida, y comenzó a recorrer la planta baja de la casa derramando el agua con enérgicos movimientos del hisopo mientras rezaba y leía el salmo correspondiente con toda la fe de la que era capaz, que a decir verdad no era mucha que digamos porque en su fuero interno no creía en nada de lo que el matrimonio, habitantes de la casa, le habían contado.

Nada anómalo ocurrió. Subió a las habitación de arriba, e igual que en la planta de abajo, todo parecía de lo más tranquilo. Aquella casa, de estar habitada por fuerzas ocultas, más bien sería por entes angelicales que no por un ser tan malévolo como le habían dicho porque le resultaba muy placentero estar allí. Allí no podía haber nada maligno, posiblemente, todo era debido, como él creía, a que los propietarios quedaron muy sugestionado por esos hechos verídicos que sí habían ocurrido, y de los cuales mucha gente había sido testigo, incluida, la policía local.

¡No teman, la casa está limpia! ─ les dijo ─. Esto dejó muchísimo más tranquilos a Alicia y a Javier. Si nada había ocurrido era porque nada había. Tras agradecerle al cura el  inmenso favor que les había hecho, éste  marchó. A partir de  ese  momento las manifestaciones se redujeron a su mínima expresión hasta llegar a desaparecer por completo.

Durante el tiempo que la casa se encontraba en una aparente tranquilidad. Fueron muchas las ocasiones en que aun a costa de sentirse estúpido, Javier intentó conversar con “Patricia” preguntándole por qué les había estado haciendo todo aquello. Él quería que le respondiese pero no hallaba respuestas. De hecho, cuando utilizaba el GPS, el sonido que emitía era ya completamente metálico y, aún   más   sorprendente, de las opciones de voces disponibles, el nombre de Patricia se había esfumado ¡No estaba!. También habían desaparecido todos los síntomas de esa “posible posesión” de la que fue víctima.

¡Pero algo le pasa a Javier!. Es inconcebible que pueda echar tanto de menos a esa maravillosa voz, “su voz”, pero lo cierto es que así es. De “ella” no quedaba nada, y esto, en vez de hacerle feliz, le estaba sumiendo en un estado de tristeza muy acusado porque muy a su pesar...la echa mucho de menos. Es un sentimiento que no sabe descifrar, un “no sé qué es”, que llevaba muy clavado.

Cierto día y por sorpresa, se presentó en la casa alguien que se auto denominó como médium, y que estaba allí en respuesta a una de las cartas que en su día enviaron solicitando ayuda. Esta médium difería mucho de las que normalmente se ven también en algunas películas tipo “Poltergeist”. Su imagen para nada inducía a pensar de sus dotes o habilidades en la práctica de la mediumnidad, todo lo contrario, más bien daba el perfil de ser alguna actriz venida del mismísimo “Hollywood” para habitar entre nosotros.

Precisamente eso era lo que pensaba Javier y por ello de su inicial incredulidad. Pero nada perdían por atenderla y más teniendo en cuenta el largo viaje que había hecho tan altruistamente.

Javier, accedió a que la médium pasase, y sentados los tres en el salón tomando una taza de café, aquellos hechos ya casi olvidados volvieron a rememorarlos mientras se los narraban a la médium. La médium se levantó tras escucharlos y comenzó a recorrer la casa  sin ninguna incidencia hasta que llegó a la habitación del matrimonio. Al intentar entrar, la puerta se le cerró en las narices y la casa “volvió a entrar en erupción” como antaño. El matrimonio, que permanecía en el salón, volvió a ser testigos de todo lo que creían ya acabado tras la bendición de la casa por parte del cura.

La médium bajó hacia donde ellos se encontraban y les dijo que sí que allí había alguien, concretamente, la casa estaba habitada por el espíritu muy dolido de una mujer, pero que aún no sabía por qué semejante violencia y dolor. También les dijo que, que no hubiese ocurrido nada cuando el cura bendijo la casa, lo achacaba a que éste no creía en nada que tuviera que ver con hechos paranormales. Toda la parafernalia de bendecir la casa fue hecha sin ninguna fe ni creencias, debido a ello, el espíritu tan dolido de esa presencia no se sintió amenazado, y que por eso...ni se dejó notar, ni actuó en consecuencia.

Pero con ella había sido muy diferente porque ese ente sí que sabía que esta médium podía sentirla,  y de sus intenciones de desterrarla de allí.

Para Alicia y Javier, lo único positivo de lo que acababan de escuchar es la confirmación por parte de “alguien entendido”, en este caso de la médium, de que ni están locos, ni sugestionados, ni nada por el estilo. Todo era tan real como la vida misma.

A continuación, los tres se dirigieron hacia el foco principal de todas las manifestaciones que el matrimonio relacionaba con el GPS, y donde éste se encontraba, el garaje.

Nada más acceder al él, la médium comienza a sentir que ese es el lugar. Enmudece. Palidece. Permanece completamente rígida como si se hubiese transformado en una estatua de mármol. No pestañea. Sus ojos están completamente abiertos, y para Alicia y Javier, está visión resulta de lo más alucinante porque en ellos, el iris ha desaparecido por completo, sus orbitas se han quedado blancas, y estas están mirando directamente al GPS.

Inmediatamente después, la médium empieza a convulsionar hasta caer inconsciente al suelo. Alicia y Javier, asustados, la recogen, y la llevan hacia el interior de la casa donde al poco tiempo vuelve en sí. Ésta les pide un vaso de agua y tras beberlo muy lentamente, mirando a Javier les dice que llevaban toda la razón. De todo lo que les había pasado, el causante era el GPS, aunque para ser mas exactos, la entidad o espíritu que se manifestaba a través de él, ¡Patricia!.

La médium continúa diciéndoles:   ─ Durante el tiempo que he permanecido en trance, he visto claramente lo que fue la vida del espíritu que ha intentado llevarse la vida lúcida de Javier, y que ha  estado utilizando como medio de comunicación y manifestación el GPS ─.

─ Efectivamente se llama Patricia, mejor dicho, se llamaba. Patricia vivió por última vez en la tierra en el siglo XV. Nació en el año 1450 y murió de una manera terrible a la edad de 29 años. Tan horrorosa fue su muerte y tanto dolor siente, que ha estado vagando por dimensiones paralelas a la nuestra en la que sólo hay oscuridad de la que no ha querido salir hasta encontrar a quien buscaba. No quiere la luz. No quiere olvidar. No quiere marchar. Sólo desea venganza ─.

>>La  médium  dejó  de  hablar,  y  miró  a  Javier  como  preguntándole  si  quería  que continuase, y éste, como si le hubiese leído la mente, le respondió que no parase, que siguiese. Por el momento todo lo que iba contando la médium era calcado a sus pesadillas.

Bien, continuó la médium:   ─ Patricia fue delatada a la Santa Inquisición por un hombre macabro, cobarde, traidor. Era la vileza hecha ser humano e integrante muy influyente del tribunal de la Santa Inquisición. Este hombre estaba perdidamente enamorado de Patricia. Era poco más que una esclava a su servicio que nunca correspondió a ese amor, lo odiaba, pero ella era tan humilde que no tuvo la posibilidad de salir de esa casa. Soportó de este hombre lo que no estaba en los escritos pues de su insignificante sueldo dependía la supervivencia de su familia.

El día llegó en que entró a servir como mozo de caballerizas un apuesto labriego del cual Patricia se enamoró locamente. Esta relación no pasó desapercibida para el dueño de la casa porque casualmente fue testigo ocular, cuando iba a buscarla al granero, de unas intensas horas de pasión entre ambos. Esto hizo que se volviese aún más loco de lo que estaba, y en un estado tal, que su mente no daba cabida a otra cosa ─ O  sería de él, o no iba a ser de nadie ─.

Cierta noche, completamente ebrio accedió a los aposentos de Patricia cuando el resto del personal de la casa dormía, y la violó en repetidas ocasiones. Aunque nadie la creería en caso de que estos hechos tan repugnantes se supiesen, para asegurarse y evitar la posible   “denuncia”, este ser despreciable la acusó de brujería ante el inquisitorial tribunal del cual formaba parte, y que no dudó en condenarla sin tan siquiera oír sus alegatos. Ni la dejaron hablar cuando estuvo frente a este tribunal. Lo único que pudo hacer fue escuchar la sentencia ─ Para todos los allí reunidos era una bruja, y sería quemada en la hoguera ─.

Mientras era atada a un poste para dar curso a la condena, Patricia buscó y buscó entre aquella multitud ávida de sangre a esa persona que la violó y delató; era el único que podía salvarla. Patricia, pobre de ella, por mucho que grito; por mucho que lo llamó suplicándole clemencia en nombre de ese amor, aquel hombre, cobarde delator, atrincherado entre  aquella muchedumbre que  ansiosa estaba porque comenzase “el espectáculo”, nada dijo, calló, abandonándola a su “suerte”.

Tan despechado estaba, que antes de que ella pudiese ser de otro hombre, prefería verla arder en la hoguera de manera tan cruenta. Pero lo que aquel hombre no sabía, es que aunque acusó en falso porque realmente ni él, ni la  Santa  Inquisición, tenían ninguna prueba de que Patricia hubiese practicado alguna vez la brujería, realmente sí que era bruja, y mientras su cuerpo ardía y se retorcía por tanto dolor mientras el fuego iba desgarrando y consumiendo su cuerpo, profirió al causante de tanto sufrimiento la más horrible de las maldiciones en un idioma que nadie supo descifrar. Con el cuerpo casi completamente carbonizado y mirando al cielo, Patricia dijo algo inentendible, seguidamente y aún viva, fijó su mirada en su vientre, el dolor cesó, y la vida de Patricia se extinguió. ─.

>> La médium volvió a parar su “relato” y, al igual que en la anterior ocasión, miró a Javier y le dijo que por desgracia él fue aquel hombre en una de sus reencarnaciones anteriores. El espíritu errante de Patricia por fin le había encontrado. La maldición irremediablemente debía cumplirse. Patricia era demasiado poderosa para ella, nada podía hacer.

>> Javier, al escuchar esto, se le pusieron los pelos como escarpias y a modo de descarga eléctrica, algo recorrió todo su cuerpo. ¡No podía dar crédito a lo que acababa de oír!. Él…¿Qué tenía que ver con aquello que pasó hace siglos? ¡Eso no podía ser!. Él no era tan ruin, malvado  e inhumano, y la maldición...¿Qué narices de maldición? ¿Qué narices estaba diciendo aquella mujer?. No obstante, la médium continuó con su locura de historia.

─ A partir de ahí, la constante en la vida de ultratumba de Patricia ha sido buscar a aquel que le causó aquella horripilante muerte. Buscarte a ti Javier. Por razones que nosotros no podemos llegar a entender, te ha encontrado valiéndose de algo que tanto deseabas y que tan inofensivo te parecía. Algo que poco a poco le fuese dando la posibilidad de abstraerte de tu realidad. Con su cálida voz y esa imagen que ella hizo que tú te formases en tu imaginación, consiguió atraerte hasta hacer que la necesitases cada vez más ─.

>>Javier, incrédulo, le preguntó a la médium que si lo que Patricia pretendía era que su maldición  se  cumpliese,  por  qué  no  lo  había  hecho  ya.  Habría  tenido  cientos  de oportunidades sabiendo el poder que tenía y que aquella aterradora noche les demostró.

Sabes…le dijo la médium. Cuando caí en trance y me precipitaba hacia el suelo, momentos antes, aparte de esa sed de venganza que rezumaba aquel lugar, también pude percibir…no sé…un sentimiento más afable, y ahora te puedo decir, que claro que hubiese cumplido su venganza; posiblemente el viaje que hicisteis a Asturias hubiese sido la fecha y el lugar esperado, pero ignoro cómo pudo ocurrir, pero el espíritu de Patricia no había contado con algo que parecía imposible. Poco a poco fue congiéndote afecto hasta incluso llegar a enamorarse de ti. Sus ansias de venganza se apaciguaron porque vio que no eras el mismo que aquel que la quemó viva; que aquel a quien imploró piedad y del que sólo halló indiferencia y desprecio.

Lo trágico de todo es que Patricia pensaba, aunque todo esto pueda resultar muy difícil de comprender, que sus sentimientos hacia ti eran correspondidos.

>> Alicia estaba perpleja. Aquello que estaba escuchando, más que la vida real, parecía alguna novela sacada de la imaginación del mismísimo “Stephen King”. Cómo tomar en serio lo que estaba contando aquella médium. ¡Era increíble!, y eso le dijo a Javier que compartió plenamente la opinión de ella. Su mente no daba tanto de sí como para poder creérselo. Así que ya no dejó que aquella mujer siguiese hablando y la invitó a marcharse.

>>Esto último que había escuchado no eran otra cosa que bobadas, y en lo que había acertado y que propició que la escuchasen tras poner en prácticas esos “trucos” de, magia barata,  posiblemente fuese  lo que ya le  habían contado en la conversación  que  habían mantenido previamente y que muy hábilmente utilizó para embaucarles.

>>La médium marchó no sin antes decirle que aquel espíritu, o aquella presencia, Patricia, si en algún momento pensó en no cumplir su venganza, se había sentido nuevamente muy dolida cuando él intentó hacer el amor con su mujer la noche de “autos”. Se había sentido traicionada nuevamente y esto había vuelto a conseguir que su ira se desatase.

─ Corréis serio peligro y más ahora que bien sabe que la quieres destruir ─.

Aunque no creyesen a la médium, por si acaso, si todo lo había causado el Gps, o Patricia, o quien fuese…debía deshacerse de él, “muerto el perro se acabo la rabia”.

Inmediatamente después de que la médium se marchase. Javier volvió al garaje, sacó el GPS de la guantera, y directamente lo tiró al contenedor de basura donde a no mucho tardar los empleados municipales lo recogerían, y su contenido lo verterían en el enorme basurero de las afueras de la ciudad.

Creyendo que ya todo estaba solucionado, Javier con el tiempo volvió a ser el de antes. Recobró la  salud  y no volvió a tener esas pesadillas tan aterradoras y, por supuesto, jamás volvería a comprar un GPS.

Pero el terrible karma que Javier arrastraba, pronto iba a hacerse presente porque muy al contrario de lo que él pensaba, Patricia ya no necesitaba como hilo conductor al GPS que yacía en aquel basurero. Patricia estaba muy a su lado esperando con las garras de la venganza afiladas, prestas y dispuestas para desgarrarle la vida cuando se dieran las circunstancias adecuadas.

Ajenos a esto, el día de su quinto aniversario de Boda, fueron a celebrarlo a un restaurante situado en plena montaña. Era un lugar idílico, un lugar de lo más tranquilo donde durante la cena pudieron entre miradas y susurros darle nueva vida y un nuevo rumbo al amor que sentían el uno por el otro. Javier le hizo entrega de una sortija muy costosa, y en contrapartida, ella, le obsequió con el más maravilloso de los regalos. A la luz de esas velas le dijo que estaba embarazada. Y esto fue precisamente lo que lo precipitó todo porque para Patricia esa noticia fue como si nuevamente se estuviese quemando en la hoguera ─ ¡Un hijo! ¡Eso nunca! ─. ¡Se habían desatado las circunstancias adecuadas!.

Cuando acabaron la cena y tras el preceptivo brindis con una copa de champagne, subieron al coche para regresar a casa y hacer físicamente lo que tantas veces en la cena se habían dicho tan pícaramente.

La primera parte del viaje de regreso transcurrió con toda normalidad hasta que en una bajada larguísima de la zigzagueante ruta, y que finalizaba en una curva a derechas muy cerrada, quizás la más cerrada de todo el trayecto, él comenzó a notar que algo no iba bien en el coche. Dejó de tener el control sobre él y como pudo fue sorteando la abrupta orografía de la carretera. El pedal de freno no responde cuando lo acciona, y el pedal del acelerador está a fondo como si alguien lo estuviese pisando y quisiese sacarlo por los bajos del vehículo.

Por  más  que  Javier  está  intentando desbloquear el  pedal,  no  puede.  Alicia  está aterrada porque sabe a ciencia cierta que el final se acerca estrepitosamente. El pánico se apodera de ella; su corazón late desbocado como si fuese a estallar en su pecho, y su respiración se torna incontrolable. Alicia mira a Javier y le ve completamente aterrado ante la inminencia del accidente. Ella ignora qué es realmente lo que pasa, pero él es el conductor del coche y sabe perfectamente lo que está ocurriendo. El coche no está descontrolado, todo lo contrario, alguien lo controla; él sabe quien es; él sabe qué es, y recordando el aviso de la médium…él sabe que no hay salvación posible.

La maldición está a punto de cumplirse. El coche a la velocidad que va nunca podrá sortear esa curva y cuando llegan a ella, el coche se sale de la carretera y se precipita dando varias vueltas de campana sobre la ladera de la montaña que precede a un profundo precipicio. Tan sólo frena la caída un enorme árbol que se interpone en su camino. A los pocos momentos de producirse el impacto, Alicia en estado de semiinconsciencia ve como Javier está sangrando abundantemente y que respira con muchísima dificultad hasta que pierde el conocimiento. El golpe con el volante sobre su pecho ha sido terrible. El airbag no ha funcionado y el cinturón de seguridad tampoco, al contrario que el de ella que si lo hizo, y que posiblemente por eso sigue consciente.

Alicia no puede moverse para ayudarle; está atrapada entre aquel amasijo de chatarra que ha pasado a ser el coche, y que le impide hacer cualquier tipo de movimiento.

Ella lo llama a voces intentando que reaccione pero nada consigue. De repente empieza a oler gasolina, y acto seguido y tras una cruenta explosión, el coche empieza a arder. La suerte está echada y no hay nada que hacer; nada puede salvarles.

El fuego está llegando a Javier y, completamente aterrorizada, ve como el cuerpo inconsciente de éste comienza a arder. A ella poco le queda, lo sabe, el fuego está llegando y esta agónica sensación la hace desfallecer.

─ La suerte está echada y “Patricia” por fin ha cumplido su venganza ─

¡Señora! ¡Señora! ¡Abra los ojos! ¿Me oye?. Alicia, como si se encontrase inmersa en un sueño incomprensible, reacciona al oír esos gritos y  abre los ojos para ver a su lado a una ingente cantidad de efectivos de salvamento. ¿Qué ha pasado?, es lo primero que atina a preguntar. Desgraciadamente cuando vuelve la cabeza, bien se da cuenta de lo que ha ocurrido y un profundo dolor inunda su alma. Tuvieron un accidente y a unos metros de ella ve un cuerpo tapado, el de su marido. Está muerto y no puedo soportar recordar la forma tan horrenda en la que lo ha hecho.

Nadie entiende cómo es posible que ella se salvase. Es la comidilla entre todos aquellos que están participando en el rescate. El vehículo está completamente destruido. Para sorpresa común, lo único que ha permanecido intacto, ajeno al accidente y al fuego, ha sido un GPS marca “Rapid Navigator”.

La juez de instrucción tras los preliminares estudios del forense, certifica que aquel hombre seguía aún con vida mientras se quemaba. Estaba en posición de decúbito supino con los brazos pegados a sus sienes.

No pueden entender cómo ella ha sobrevivido viendo cómo estaba el lugar que ocupaba en el vehículo; consideran que es difícil, casi imposible, que por sus propios medios pudiese escapar tanto de la explosión como del posterior incendio.

Todo lo rápido que se puede dado el lugar en el que se encuentran, es transportada en helicóptero al hospital más cercano donde lo único que le encuentran para el terrible accidente que ha sido, son algunas quemaduras en los brazos, algunos golpes, una fractura de fémur, y algo que al principio les pasa desapercibido al personal sanitario, porque cuando le limpian y curan el brazo derecho, ven asomar claramente una marca extensa y profunda en forma de mano humana, como si alguien la hubiese sacado o ayudado a salir de aquel amasijo de chatarra, ¿Pero quién?, cuando llegaron, allí no había nadie.

Esta señal en su brazo, a Alicia, por muchos tratamientos e intervenciones de cirugía estética a las que se sometería para eliminarla, jamás conseguirían erradicarla porque al poco tiempo volvería a aparecer. La llevaría hasta el momento de su muerte, quizás en recuerdo de algo que nunca pudo comprender, ¿Cómo y por qué sobrevivió al terrible accidente?.

>>Posiblemente si le preguntásemos a la médium, ésta diría que antes de volver a la “oscuridad” de donde había salido para culminar su venganza, y a la cual sabía que volvería para permanecer casi por toda la eternidad por lo que acababa de hacer. Patricia la salvó de aquella muerte tan dolorosa porque al final, y mientras esperaba expectante el fin para marcharse;  pudo ver que el pequeño corazón que latía dentro de aquella moribunda era la reencarnación de Javier; Para Patricia ya era innecesario que muriese también porque el karma había sido satisfecho por muy terrible que éste había sido. Javier, que se reencarnaría dentro de aquel ser inocente, podía tener la posibilidad de volver a vivir una vida plena y feliz. El contador de su “debe kármico” había vuelto a ponerse a cero..

>>También diría que pocas veces había sido testigo de tanto dolor y sed de venganza por parte de un espíritu. Pero afirmaría sin dudarlo, que el dolor que debió sentir Patricia mientras  su  cuerpo  era  consumido  por  las  llamas,  seguramente  no  tuvo  punto  de comparación al desgarrador dolor que sintió en su alma cuando desde sus entrañas sintió cómo el hijo que llevaba dentro expiró su último aliento poco antes de ella morir.

>> Del GPS nada se volvió a saber y hay algunas preguntas que quedan sin respuesta como por ejemplo por qué apareció en el lugar del accidente cuando ya Patricia no lo necesitaba como medio para manifestarse.

>> Si nos dejamos llevar por eso que llamamos corazón, buque insignia de nobles sentimientos, quizás demos respuestas pensando que sí, Patricia hizo mucho mal, pero que merece también algo de compasión. Por qué no imaginar entonces que ese GPS en un futuro pueda servirle nuevamente como medio para volver a este mundo donde expiar culpas y ser perdonada por lo que ha hecho.

>>Pero esto no deja de ser “ficción”. Lo real y que puede ser constatado, es que la desaparición del GPS la atribuyeron a la sustracción por parte de alguien que estuvo en el lugar. No obstante, si por casualidad es alguno de ustedes quien lo tiene actualmente en sus manos, y en verdad que no se difuminó en la nada tras la marcha del espíritu de Patricia, ni por asomo podrán llegar a imaginar los terribles sucesos que esconde dentro, pero bueno, eso ya es otra historia porque de todas formas…quién les iba a creer.

 

 

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