Por esas casualidades que tiene la vida. Alguien que se encuentra en un descanso de su particular forma de practicar deporte, descubre una botella, en este caso de Calimocho, con unos escritos que fueron lanzados al mar por un ser humano que tuvo la desgracia de naufragar, y de ir a parar con sus huesos a una isla completamente desierta. En estas hojas cuenta sus vivencias, y como tuvo que hacerle frente con resignación a aquella gran contrariedad.

 

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