VI. Los resultados parte 2ª - La tribu de los molondrones.
La tribu en cuestión era la de los “Molondrones”. El jefe de la tribu respondía al nombre de “Escopetazo Prematuro”. Escopetazo Prematuro se unió en santas nupcias con “Hormona Eufórica” que, a su vez, era la hija de “Merlín Alterado”, brujo de la tribu. Todos formaban una familia bien avenida, además, que a Escopetazo Prematuro, egoístamente hablando, le venía muy bien tener al brujo en la familia. Los brujos indios solían ser las personas más temidas por el resto del personal de la congregación, no porque algún conjuro fuese a funcionar, que no funcionaban ni de casualidad, pero solían ser personas terriblemente repelentes, traicioneras y cotillas.
Esta feliz tribu pasaba las jornadas labrando la tierra. Eran vegetarianos por convicción, y jamás cazaron un animal, por este motivo la fauna mamífera de al este del oeste sentía predilección por las tierras pobladas por los molondrones. Para ellos era un Edén, y nada que ver con los sustos que les daban los pieles rojas y análogos. Allí, además, si escaseaba la comida que les brindaba la madre naturaleza, con premeditación, nocturnidad y alevosía, las demás tribus, más belicosas, arrasaban lo que con tanto esfuerzo les costaba cultivar a sus aliados de dos piernas, los molondrones.
Un inesperado día, Escopetazo Prematuro reunió al consejo de administración del poblado para darles una buena nueva, Hormona Eufórica se había quedado embarazada. Ese día fue fiesta nacional en el poblado. Molondrones y molondronas se acicalaron con sus mejores ropas para rendir honores a su jefe de tribu y cónyuge. Era una noticia que se había hecho esperar porque incluso corrió el rumor de que el jefe de la tribu no daba la talla en lo que al tema sexual se refería.
Merlín Alterado, haciendo funciones de ginecólogo futurista, sacó de una bolsa de cuero unos huesos de gallina joven que había muerto de muerte natural, y los lanzó a los cuatro vientos ante la expectante mirada de todos los allí reunidos. De la posición en la que cayeran los huesos dependía que el fruto del embarazado momento fuese niño o niña. Los huesos cayeron al suelo bastante desparramados y no valió la tirada. Nadie se había percatado que a Merlín Alterado se le había ido la mano en la celebración del embarazo de su hija, y estaba de un beodo que para qué las prisas. Al cuarto intento por fin los huesos cayeron juntos, y uno de ellos, el más alargado justamente, cayó entre medias de dos huesos con forma más o menos redondeada, esto para Merlín Alterado fue señal inequívoca que sería niño, y así lo profetizó.
A las siete lunas llenas y algo, nació el fruto del amor de la pareja. Inexplicablemente Merlín Alterado había acertado de pleno. Era un niño, o por lo menos, eso indicaban algunas partes de su cuerpecito porque hay que decir que era bastante poca cosa en lo referente a dimensiones. A la madre el parto la pilló por sorpresa, y la salida de su hijo más todavía. No tuvo ni que apretar porque el dulce querubín fluyó como agua mansa desde su interior.
Al niño, y futuro jefe de la tribu, los padres habían estado muchas lunas pensando en el nombre que le pondrían. No se ponían de acuerdo. El padre era más afín a nombres viriles como el suyo. La madre por el contrario tenía cierta tendencia a los nombres algo más light. Hubo una noche que incluso dejaron de hablarse por semejante desacuerdo. Así estuvieron dos días, justo el tiempo que tardó Hormona Eufórica en dar su brazo a torcer en lo referente a ponerle el nombre de “Dulce Despertar” al querubín de la familia. Escopetazo Prematuro también cedió en cuanto al nombre que él había elegido “Trabuco Empinado”, por lo que en salomónica decisión lo dejaron al libre albedrío del azar. Cuando nació el niño y como no dejaba de patalear y chillar como un poseso, decidieron que su nombre sería y así debía ser llamado “Patuco Chillón”.
Dos días con sus dos respectivas noches duraron las celebraciones por el nacimiento del primogénito del jefe del la tribu y esposa.
Patuquito, que así le llamaban sus padres, desde la cuna ya dio claras muestras de ser un niño con un coeficiente intelectual muy por encima de la media de los demás bebés de la tribu. Su padre pronto se dio cuenta de que en él había algo diferente pero no acertaba a dar con lo que era.
El gran jefe Molondrón Escopetazo prematuro, que de prematuro lo tenía todo menos la inteligencia, se pasaba horas y horas observando a su vástago, ¿Qué era lo que le diferenciaba del resto?. Pensaba y pensaba sin quitarle ojo. Que tenga los morros como una plaza de toros con burladeros incluidos, aunque raro para un molondrón que eran de labios finos, sobre todo las molondronas, podía deberse a alguna rara mezcla genética de alguno de los progenitores. Que tuviera el pelo acaracolado, aunque más raro aún que los labios, se podría achacar a lo mismo. ¡Ya está!, Escopetazo Prematuro por fin después de dos meses vio la luz, y halló respuesta a su pregunta. Escopetazo Prematuro empalideció doce mil cuatrocientas veintiocho veces en escasos cinco segundos porque aquí ya no había ni genética ni gaitas gallegas. ¿Cómo era posible que Patuquito tuviera la piel negra?. Ahora Escopetazo Prematuro empezó a atar cabos. La suma de los factores hereditarios de su hijo afectó al producto final, labios, pelo, color de la piel, pene oscuramente enorme. Todo esto unido daba como resultado que sin lugar a dudas y ocurriese lo que ocurriese, Patuquito era negro. ¡Pero eso no podía ser!. Aun aceptando que tanto Hormona eufórica como Escopetazo Prematuro eran más bien morenos, de eso a la oscuridad de Patuquito mediaba todo un abismo.
Escopetazo Prematuro se sintió hundido en la miseria y ahogado en el mar de la traición molondrona. Era el primer gran jefe molondrón que había sido vilmente astado por alguien ajeno a la tribu. Lleno de ira, y cuando se le pasaba la ira, lleno de rabia, se dirigió en busca de Hormona Eufórica. Había mancillado su honor, y una explicación más que satisfactoria debería darle para no hacer una locura, porque aunque fuese lo último que hiciese, le haría decir la verdad. Sabría cuándo las eufóricas hormonas de su esposa se fueron de picos pardos tan alegremente.
Escopetazo Prematuro ordenó a “Palomino Mensajero”, su más fiel consejero, que fuese urgentemente en busca de Merlín Alterado. Iban a tener un reunión familiar para aclarar el astado entuerto. Hormona Eufórica llegó a la tienda de congresos ignorante de lo que ocurría. A su llegada vio cómo su esposo estaba muy serio y en actitud un poco Mr Hyde. Escopetazo Prematuro ordenó que se sentara. Al poco tiempo llegó Merlín Alterado, y los tres se sentaron alrededor de Patuquito. Escopetazo Prematuro les preguntó:
Escopetazo Prematuro – ¿Qué? ¿No habéis notado algo raro y oscuro en el niño?.
Hormona Eufórica – Claro que lo vemos, Patuquito es negro.
Escopetazo Prematuro - ¿Cómo?, o sea, que ya lo sabíais y no me habéis dicho nada.
Hormona Eufórica – Cariño, escopetazín mío, salta a la vista que evidentemente nuestro retoño es negro, pero como nunca has comentado nada pensé que no le dabas la más mínima importancia a ese oscuro detalle.
>>A todo esto, Merlín Alterado no decía nada. Él simplemente eructaba. Aún seguía celebrando el nacimiento de su nieto.
Escopetazo Prematuro - ¡Pero bueno!, nace un niño negro en una tribu india, da la casualidad que encima es mío ¿Y no le voy a dar importancia?. Que yo sepa los negros no abundan por esta parte del salvaje al este del oeste americano Hormona Eufórica, así que ya me contarás cómo ha sido posible esa oscura tonalidad en la piel de nuestro hijo antes de que haga algo que hasta a mí me da miedo pensar.
>>Escopetazo Prematuro, nerviosamente comenzó a recorrer la tienda de congresos de un lado para otro esperando alguna contestación creíble. Estaba seguro que fuese la que fuese no lo iba a convencer, como poco, y siendo magnánimo, se vería obligado a desterrar de la tribu a su esposa. A Patuquito lo daría en adopción. Su pura sangre y molondrona estirpe no podían permitirse ese contraste de colores en la familia.
Hormona Eufórica – Te juro por nuestro Dios Manitú que no te he sido infiel. Nos conocemos desde pequeños, claro, esta tribu no es tan grande como para perdernos la pista, y hemos crecido casi a la par, además, nadie jamás ha visto por aquí a una persona negra, así que si lo piensas con detenimiento, es bastante improbable que te haya podido engañar con alguien que no existe.
>>Hormona Eufórica cambió el semblante. De repente pasó de una actitud de súplica y posible explicación, a otra de enojo, ¿Cómo era posible que Escopetazo Prematuro hubiese dudado de ella?, Hormona Eufórica se acercó muy cabreada a su esposo, y amablemente le propinó un sonoro y espectacular ostión, que fue escuchado por todos los integrantes de la tribu a excepción de Merlín Alterado que había entrado en el mundo de los beodos sueños.
Hormona Eufórica se fue del lugar con Patuquito diciéndole a Escopetazo Prematuro que ya le enviaría a “Ligera De Cascos”, su abogada, para arreglar los papeles del divorcio molondrón. La había tratado poco menos que de pendón desorejado, y eso no lo podía admitir.
Escopetazo Prematuro, mientras se colocaba en su sitio la mandíbula dislocada a causa del inesperado ostión matrimonial, pensó en lo que había dicho su todavía esposa, pero si no le había sido infiel...alguna explicación debía de tener aquella diferente pigmentación de Patuquito.
>>Al igual que Escopetazo Prematuro, para el equipo de científicos que estudiamos aquellos huesos, la pigmentación negra de la piel de Patuco Chillón era sospechosa. El equipo estaba convencido que Escopetazo Prematuro fue debidamente cornamentado por su esposa. Las pruebas empíricas del Carbono casi 14 no aclararon nada al respecto por lo que aunque no objetivamente, sí que subjetivamente debimos admitir como probable el hecho de que todo fuese un capricho de la molondrona madre de la naturaleza, y que posibles antepasados de uno u otro cónyuge pudiesen haber sido efectivamente negros o demasiado oscuros ¿Por qué no?.
VII. Los resultados parte 3ª - Escopetazo prematuro abandona el hogar.
Por más que quería, Escopetazo Prematuro no podía quitarse de la cabeza la posibilidad de que su esposa le hubiese sido infiel. En su mente no paraban de sucederse las imágenes de las eufóricas hormonas de su esposa pendoneando alegremente por esos mundo de Yupi. Esta idea le estaba volviendo loco, e incluso le había hecho descuidar sus funciones como gran Jefe de la Tribu de los Molondrones.
Una terrible tormenta de miles de rayos y una centella, presagió lo que era evidente que iba a suceder, Escopetazo Prematuro ya no pudo aguantarlo más y dejó el hogar conyugal. Se marcharía de la tienda que con tantas ilusiones construyó para ellos. Partiría hacia la tienda de soltero que tenía cuando él se moceaba. Ahora se alegró de no haber querido alquilarla y no ceder a las presiones de Hormona Eufórica.
Tras despedirse con un “Me marcho, sí, como lo oyes” de su ex, y decirle que ya se pondrían en contacto mediante sus respectivos abogados, dio un cariñoso abrazo a su dudoso vástago y partió en pos de ese duro camino de regreso hacia donde nunca pensó que volvería tan solitariamente solo.
El camino hacia su nuevo hogar se le hizo interminable. El metro y medio que separaba una tienda de otra fue un lanzarse a la buena de Dios. Fue arriesgar su vida entre tantos miles de rayos y una centella que iluminaban el trayecto. Era claro el por qué de ser jefe de la tribu de los Molondrones. El miedo era desconocido para él. Incluso tuvo el valor de retar con un gesto de su dedo corazón en posición de “Que te den” a la única centella, y ésta le contestase casi dejándole posicionado para Arizona.
Al día siguiente, Escopetazo Prematuro se puso en contacto con su abogado “El Que Ni De Coña Gana Un Caso” para organizarlo todo. Quería acabar cuanto antes con los trámites de la separación. Era inútil posponerlo. El Que Ni De Coña Gana Un Caso contactó con Ligera De Cascos para saber las condiciones de la parte contraria. Las condiciones estaban meridianamente claras. Escopetazo Prematuro le tenía que dejar casi todo a Hormona Eufórica si no quería ir a juicio, casi todo, excepto su querido caballo “El que velozmente tropieza”, y un par de taparrabos de seda que Hormona Eufórica le regaló para la noche de bodas, y que encontró en el cajón de la mesita de noche y de día de la tienda matrimonial. Posiblemente de llegar el caso a los juzgados perdería hasta el caballo pues quien había abandonado el hogar conyugal había sido él, además, la magistrado “Toga Desfloripondiada” le tenía auténtico odio al género masculino desde que su hermano “Chivato Compungido” le dijo a la edad de veintiocho años que los reyes magos de oriente, ni eran de oriente, ni mucho menos eran magos, y que los regalos que se encontraba en los pololos de esparto que dejaba colgados encima de la hoguera lo ponían allí los papás. Esto causó un gran trauma a Toga Desfloripondiada que sentía un amor platónico por uno de los reyes. Rey que nunca había visto ni en fotos pero que estaba segura que algún día le sorprendería merodeando por la salita de estar de su tienda, y que no era otro que el guapo adonis de oriente “El Que Va Subido En El Camello De En Medio”.
Lo cierto es que el gran Jefe Molondrón esperaba mayor generosidad por parte de su ex. Nunca pensó que pudiera ser tan usurera, pero visto lo visto aceptaría las condiciones impuestas por Hormona Eufórica siempre que no le pusiese trabas a la hora de poder ver y estar con su dudoso vástago, Patuquito, además, que tampoco quería espectáculos y ser la comidilla de todo el salvaje al este del oeste americano”. Sabía que llegarían de todas partes paparazzis, y no le dejarían en paz. Tendría en el rellano de su tienda constantemente a gente de las agencias indias haciendo guardia subidos en sus potrancos a la caza y captura de dibujos robados y declaraciones sacadas fuera de contexto. En aquel tiempo eran de temer los periodistas del “corazón por el que la sangre corre”, y algunos programas de guiñol que todo su éxito se lo debían a sacar a la luz de la luna nueva las miserias de cada cual.
>> Podríamos enumerar a algunos, las pruebas de Laparoscopia ósea que se hicieron al respecto, fueron totalmente fiables, pero estos estudios no están hechos con la finalidad de dar publicidad gratuita a los clones de aquellos programas que en la actualidad siguen en activo. Quizás algún día, y cuando los elementos de análisis de datos estén más avanzados científicamente, estos nos puedan sacar de dudas de por qué la gente es tan cotilla.
Así se lo hizo saber El Que Ni De Coña Gana Un Caso a Ligera de Cascos, obteniendo la respuesta afirmativa por parte de ésta.
La feliz familia se había roto. Escopetazo Prematuro para intentar olvidarla dedicó su tiempo libre a realizar intensos estudios sobre tácticas de guerra. Era jefe de la tribu y no tenía ni la más remota idea de qué hacer en caso de ser atacados. Corrían rumores, en concreto uno de ellos, que decía que los soldados del ejército de tierra de los Unidos Estados hacían continuamente batidas arrasando todo lo que se les cruzaba en su camino.
Cuando Escopetazo Prematuro no estaba en uso y disfrute de su tiempo libre, se dedicó en cuerpo y alma a gobernar a su tribu. Debido a su falta de liderazgo como consecuencia de todo lo que había ocurrido, parecía estar un poco desbocado todo el personal de la tribu molondrona. Urgentemente había que convocar un congreso del partido en el poder para organizarlo todo otra vez debidamente. Las primeras medidas que se tomaron fue jubilar a Merlín Alterado y ascender a este alto lugar en el escalafón de la tribu a un joven valor sexagenario que estaba comenzando a despuntar. “Abracadabra Patadecabra” era muy valorado y respetado por todos, aunque siempre hubiese estado a la sombra de Merlín Alterado. Ahora había llegado su oportunidad. Ahora era el Gran Brujo de sus congéneres los Molondrones.
El resto de nuevos nombramientos y sus respectivas carteras ministeriales quedó de la siguiente manera:
“El Que No Hace La O Con Un Canuto” - Cartera de piel de búfalo de Cultura.
“El Que Más Pipas De La Paz fuma” - Cartera de piel de búfalo de Medio Ambiente.
“El Que Nunca Le Pegó Un Palo Al Agua” - Cartera de piel de búfalo de Trabajo.
“El Que Siempre Está Pachucho” - Cartera de piel de búfalo de Sanidad.
“El Que No Sabe Ni Por Dónde Anda” - Cartera de piel de búfalo de Asuntos Interiores y a veces Exteriores
“El Que Bien Puestos Los Tiene” - Cartera de piel de búfalo de Defensa y Ataque. De esto último si se puede que no estaba la cosa nada fácil.
“El Que Todo Lo Quiere Para Él mismo y sus circunstancias” - Cartera de piel de búfalo de Economía.
Estos nombramientos salieron al día siguiente publicados en el Boletón oficial del estado Molondrón para conocimiento de todos. Fueron nombramientos que toda la tribu aplaudió y celebró por lo esperados que eran. Escopetazo Prematuro había conseguido unificar criterios, y había salido muy fortalecido en su cargo de aquel congreso de su partido.
Aguas mansas llegaron a la tribu de los molondrones. Todo era armonía, y nada rompía aquella aparente felicidad. Hormona Eufórica sacó adelante con mucho cariño y dedicación a Patuquito. Éste tuvo una etapa de bebé bastante ajetreada. El tiempo que pasó en la cuna fue el más relajado para la madre pues lo tenía controlado y a mano para todo.
En una de las tantas visitas que Escopetazo Prematuro hacía a su dudoso vástago ocurrió lo impensable para él, por primera vez iba a oler las mieles del producto interior bruto de los adentros de Patuquito. Lo peor no era olerlo, no, una vez olido y si uno se tapaba el conducto olfativo hasta casi ahogarse, incluso se podía acostumbrar. Lo malo era aquella espeluznante y diarreica visión a la cual el gran jefe de los molondrones no estaba acostumbrado. Hormona Eufórica puso a disposición de su reciente ex, un pañal con la malévola intención de que fuese su padre quien hiciese los honores del peligroso abordaje hacia “aquello”.
¡Dios Manitú!, ¡Noooooooo!, exclamó horrorizado Escopetazo Prematuro cuando sutilmente quitó el pañal que llevaba adosado Patuquito y vio lo que vio. Doce millones de arcadas fluyeron desde su interior intentando enloquecidamente salir huyendo de la boca de su encogido estómago. El gran jefe de los molondrones consiguió permanecer erguido tres segundos porque al segundo número cuatro se desplomó sin remisión. Miles de estrellas giraban y giraban sobre su cabeza. Parecía que su cabeza estuviese de fallas, pero una deposición de nada no iba a doblegarle, y menos una deposición conocida. Escopetazo Prematuro se levantó preso de un valor inimaginable y ya sin temor cogió “aquello” con gallardía. Esa fue la primera vez en su vida que Escopetazo Prematuro lloró. Lloró a lágrima viva sin ningún tipo de consuelo mientras llevaba “aquello” entre sus manos con dirección a la fosa común, comúnmente llamada la fosa “aquí huele a chamusquina” para depositarlo allí. Escopetazo Prematuro tampoco nunca había sido testigo de lo que inmediatamente iba a poder ver por sí mismo. Mientras iba acercándose a la fosa común vio como otros honorables molondrones primerizos hacían como él. Decenas de “aquello” viento en popa y a toda vela ambientaban esa estrellada noche. Al igual que él, las caras y ojos vidriosos de todos sus compañeros de infortunio mostraban claras muestras del sufrimiento y del llanto que habían padecido momentos antes.
Cuando todos los “aquello” fueron depositados en la fosa común, cada cual volvió a su lugar de procedencia tras desearse mucha, muchísima suerte para el resto de la faena.